Génesis: la era de los místicos
Adriana González Márquez
Ser acusado de un crimen que no cometiste no siempre es lo peor que puede sucederle a alguien. Conocer la verdad sobre ti mismo puede convertirse en algo devastador.
Ahora que la Congregación dejó de ser una amenaza, Matheo Govami se enfrentará a una aún más peligrosa: la furia de los Místicos, quienes tratan de recuperar sus poderes para esclavizar a la raza humana, en ésta y en todas las dimensiones conocidas.
Sólo hay dos seres que pueden detenerlos: Matheo y Ramel. Pero Govami primero deberá descubrir sus orígenes, su Génesis, antes de enfrentar la letal guerra que está a punto de comenzar.
FRAGMENTO
Matheo
Es imposible que intente describir lo que mi espíritu sentía en ese momento, chocando contra mi mente y contra mi cuerpo en una infinidad de reacciones que no pude exteriorizar, puesto que continuaba pasmado ante la información.
¿Ramel? ¿Mi padre? ¿¡Ramel!?
No. Era. Posible.
Furia e incredulidad se mezclaron en mi sistema.
¿Dije ya que no era posible?
¡Pues es que no lo era!
Lo único que logré hacer fue abrazar con más fuerza a Luca, en un infructuoso intento por protegerlo de las palabras que el Místico acababa de pronunciar, sintiendo cómo sus manitas se cerraban en puños sobre los hombros de mi chaleco.
Eran mentiras, ¿cierto? Tenían que serlo.
Había pasado más de la mitad de mi vida deseando una familia real, ¿y ahora resulta que aquí estaba? ¿Y que parte de ella era compuesta por Ramel?
Tenían que ser mentiras…
Por un lado me parecía imposible aceptar que aquel caprichoso y voluble sujeto fuera mi padre; por el otro, en mi interior surgía una extraña chispa de esperanza al pensar que el pequeño al que sostenía era mi hermanito.
Pero más allá de unos segundos de pesado silencio, no tuve tiempo de reaccionar.
Nadie lo tuvo, a decir verdad.
Conoce MESTIZO, la primera parte de la trilogía
LA ERA DE LOS MÍSTICOS
Los errores del pasado siempre se pagan.
Cuando Matheo Govami decidió separarse de sus amigos, lo hizo creyendo que sólo así sanaría la herida de su corazón. Más de veinte años después, el dolor aún continúa, y ahora sus problemas son mucho mayores. Sobre él pesa una acusación muy grave que debe esclarecer antes de que las autoridades lo condenen. Pero eso no es lo peor: los Místicos están decididos a vengarse de la especie humana por la traición cometida contra su raza. En medio de estos conflictos, Matheo aprenderá que los verdaderos amigos podrán no estar cerca, pero nunca se alejarán, y que para sanar una herida a veces hay que exponer el alma.
Adriana González Márquez nació en Aguascalientes. A los cinco años le rogó a su madre que le leyera una novela de suspenso noir, nada apropiada para su edad. Escribió su primer cuento a los doce años, pero le pareció tan malo que optó por destruirlo. En la universidad anduvo de carrera en carrera, hasta terminar la licenciatura en enseñanza del inglés. Le fascinan las tormentas eléctricas, odia levantarse temprano y es algo malhablada, pero está intentando mejorar su vocabulario. Es autora de la saga Los dominios del Ónix Negro
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