Ramsés: Oye, levántate. Ya está oscuro.
Omar: ¿Qué? ¿Ya tan pronto?
Ramsés: Al parecer, hace ya varias horas que nos escondimos en este mausoleo. Robar cadáveres puede resultar bastante peligroso.
Omar: Diantre, y que lo digas. Esta vez por poco nos pilla el vigilante. Demoramos demasiado desenterrando este último cadáver.
Ramsés: No pensé que el infeliz estuviera tan abajo. También me costó romper la caja. Quizás hice bastante ruido y eso alertó al vigilante del cementerio.
Omar: Espero y haya buena paga por esto. Me arriesgo a ir preso. Mi esposa me mataría si supiera que me dedico a esto.
Ramsés: Hace ya bastante tiempo que tu esposa no te hace demasiado caso. Creo que para ella es mejor cuando no estás en casa.
Omar: ¡Calla! Katia y yo tenemos problemas, es cierto. Pero también es cierto que tratamos de resolverlos. Algunas noches platico con ella sobre lo que siento y lo que deberíamos hace para salir adelante. Ella se ha portado fría pero sé que me ama.
Ramsés: Si lo que tú digas. Ya no hay ruido, salgamos rápido de aquí antes de que nos descubran.
Omar: Mandón como siempre, nunca vas a dejar de ser un hijo de puta.
Ramsés: Y tú nunca dejarás de ser un quejica. Venga, vámonos.
Omar: Mira, hay una luz cerca de la entrada. Creo que han montado guardia.
Ramsés: ¡Carajo!, tienes razón. Por ahí no vamos a poder salir. Debemos buscar otro lugar para largarnos.
Omar: ¿Pero hacia dónde? Las bardas del panteón están jodidamente altas.
Ramsés: Por algún lado tenemos que salir. Lo malo es que tendremos que dejar la mercancía escondida en el lugar de siempre. Maldita la hora en que pusieron vigilancia en este lugar.
Omar: Cuidado, ahí viene. Escóndete bien que ahora si trae una lámpara que ilumina demasiado. Si nos pesca, se arma.
Ramsés: Toma bien las piernas del difunto y ponlo en su lugar, mañana por la noche regresaremos por él. ¡Ándale!, antes que se le ocurra mirar para acá.
Omar: Hago lo que puedo, tenías que escoger al gordo. Al menos espero que nos dé una buena plata por este pedazo de cebo. Me gustaría llevar a Katia a cenar.
Ramsés: Lo que deberías de hacer es llamar su atención y que deje de ignorarte por completo. Parece que eres invisible para ella a todas luces.
Omar: ¡Que te calles, joder! Ella solamente pasa por una mala etapa. Y la entiendo, sobre todo después de aquello.
Ramsés: ¿Qué es eso de “aquello”?.
Omar: ¿Qué no lo recuerdas zoquete? Esa vez hace tres años que casi me matan por estar siguiéndote en tus fechorías. Esa noche en la que nos persiguieron por todo el jodido panteón por meternos en terreno ajeno. Jampas olvidaré como esos bastardos me dieron de palos y culatazos. Y tú también corriste con suerte de que no te mataron, ya que a ti te tenían ya encañonado, so tonto. Créeme, Katia no había estado nunca tan enojada conmigo, me retiró el habla casi por un mes.
Ramsés: Mas bien el habla continúa retirada.
Omar: Eso lo dice porque tienes envidia, como tú no tienes perro que te ladre y aun vives con tu madrecita. Pobre mujer, tener que soportarte.
Ramsés: Ese no es asunto tuyo, si no me casé es porque me da pereza convivir con una sola mujer; mucho mejor disfrutarlas a todas.
Omar: Que pedazo de cabrón eres. Un día de estos te llegarán con un hijo y entonces sabrás lo que es bueno. Ya te quiero ver enjuiciado por una pensión alimenticia.
Ramsés: Ja, ja, ja. No soy estúpido. Siempre he sabido cuidarme por todos lados. Esos sustitos jamás me pasarán. Mejor dedícate a lo tuyo y deja de sermonearme. Ya se va el vigilante, vamos es nuestra oportunidad.
Omar: Vayamos por el lado opuesto, evitaremos encontrarlo de frente. Evitémonos disgustos innecesarios.
Ramsés: Ahora si te doy la razón, andando. Joder, que niebla. Parece que con el tiempo que ha pasado se acentuó el clima. Hasta parece cuento de horror.
Omar: Siento como si el panteón se hubiera hecho más grande. No me siento cómodo ahora. Entre más pronto salgamos de aquí, mejor me sentiré.
Ramsés: Andando entonces, esto es macabro en serio. Nunca había visto la niebla tan densa. Si no me equivoco, la pared que se puede escalar esta en aquella dirección.
Omar: Sin duda está por allá, mira es por la estatua del ángel. Vamos ya. Joder, hasta la temperatura descendió, hace un frio del carajo… Oye, Ramsés ¿No crees que está muy silencioso?
Ramsés: Claro que debe estar silencioso, torpe. Es de madrugada, nadie en su sano juicio estaría despierto a estas horas salvo quienes se ganan la vida.
Omar: Si, pero es que ni grillos, ni búhos, ni lechuzas pueden escucharse, es más, ni siquiera puedo oír a los perros ladrar. Es un silencio casi absoluto, de verdad estoy muy inquieto.
Ramsés: Ahora que lo dices, es cierto, parece un silencio absoluto e inquebrantable. Es extraño, además de la niebla y el silencio parece que oscureció más de repente. Ya ni siquiera la caseta del vigilante está encendida.
Omar: Quizás ya esté dormido, es una suerte que el viejo no use perros de guardia, si no ya desde cuando nos habrían atrapado aquí. Creo que no quiere darse molestias innecesarias como cuidar de un perro día y noche.
Ramsés: Será el sereno, mejor seguir caminando antes de que despierte. Tenemos que salir de aquí.
Omar: Joder, no puedo ver casi nada, de pura suerte no he caído en una tumba abierta y matarme. Si mis cálculos no me fallan, la pared está unos metros más allá… pero ¿Qué carajo?
Ramsés: ¡La puñetera pared mide más de 40 metros de altura! ¿Pero a que jodido chiflado se le ocurrió semejante disparate? NI trepando a los techo de los mausoleos podremos saltar.
Omar: Eso sin contar que una caída así nos mataría. Pero, espera, esta pared no estaba así cuando entramos al panteón. Recuerdo que era mucho más baja, no pasaba de los tres metros.
Ramsés: No lo recuerdo, me es confuso cuando trato de recordar como entramos aquí. Parece que la siesta ha alterado bastante mis sentidos. ¿Cuánto tiempo estuvimos escondidos en el mausoleo?
Omar: Aun había luz diurna, creo que estuvimos metidos cerca de cinco horas.
Ramsés: Algo debió haberme alterado, puesto que no puedo recordar nada. Estar tanto tiempo metido ahí me ha hecho daño. Pero venga, caminemos a ver si encontramos una verja o un lugar por el cual trepar.
Omar: Dudo que lo haya, tal vez debamos escabullirnos por la puerta, después de todo el vigilante ya está más que dormido.
Ramsés: Bien pensado, vamos. Que niebla, joder. Esto está bastante raro, no puedo ver más allá de dos metros. Parece que el panteón me va a tragar entero con tanta oscuridad. Mis propios pasos resuenan en mis oídos, el silencio es demasiado pesado.
Omar: Te digo que aquí pasa algo sumamente raro. Estoy poniéndome algo nervioso. Que de repente haya tanta niebla, oscuridad y silencio no es algo natural. Cuando salimos del mausoleo había más claridad.
Ramsés: Ahora si me puse tenso. Es algo muy raro lo que pasa aquí. Sigamos caminando, no conviene estar en un mismo sitio. Mira, creo que alcanzo a ver la puerta del panteón. Es nuestra oportunidad para largarnos de aquí.
Omar: Apresuremos el paso, ya quiero salir de aquí.
Ramsés: Bien, vayamos hacia allá. Después de esto necesitaré muchos Whiskys para olvidar esta pésima experiencia. Ya casi estamos, saltaremos la reja y….pero ¿Qué carajo?
Omar: Primero la condenada pared, ahora esto. La maldita reja mide más de 20 metros. ¿Cómo?, ni siquiera puede abrirse por un solo hombre. ¿Qué diablos está pasando?
Ramsés: ¡Carajo! ¡Auxilio! ¡Socorro! ¡¡Quiero salir de aquí!!
Omar: ¡¡Harás que nos pesquen!!
Ramsés: ¡¡Me importa una mierda!! ¡Necesito largarme de aquí!
Omar: La reja no se moverá por más que la aporrees, pero resulta mucho más extraño que el vigilante no se haya despertado con el escándalo que estás haciendo. El silencio apenas es roto por tus gritos. Todo está demasiado quieto y en calma. ¡Mira! ¡El panteón! ¡Ha…ha desaparecido!
Ramsés: ¡¡ ¿Qué demonios está pasando?!! Así no estaba, esto no estaba ¿He perdido la razón?
Omar: No, estamos cuerdos, solo que este lugar embrujado está jugándonos una mala pasada. Ahora si lo muertes se están vengando de nosotros por perturbarlos. El descanso eterno es sagrado.
Ramsés: ¡¡CALLATE!! ¡¡Esto no tiene sentido!! Solo veo niebla y oscuridad, no veo muertos, no veo fantasmas. Esto no puede estarme pasando a mí.
Omar: No se trata de verlas, se trata de lo que ellos hacen con nosotros, no se dejan ver pero nuestra mentes están a su merced.
Ramsés: Juro no molestar más, no volver a perturbarlos, solo que me dejen en paz y me dejen salir de aquí. ¿Qué es eso? Algo se dibuja en la niebla.
Omar: No lo sé, necesitamos acercarnos. Creo que alcanzo a divisarlo. ¿Qué? ¡¡Por los clavos de Cristo!! ¡Es el Mausoleo!
Ramsés: ¿Y qué demonios hace esto aquí? ¿Por qué no desapareció con todo lo demás?
Omar: Quizás es una señal, algo para salir de aquí, vamos a averiguarlo.
Ramsés: Está cerrado, no abre. Pero si hace un rato estaba abierto de par en par, no sé a qué juegan conmigo pero no me causa ni pizca de gracia.
Omar: No es asunto de risa, esto es bastante serio. No puedo ver nada adentro, los vidrios están opacos solo puedo ver dos tumbas.
Ramsés: Si está cerrado, ¿entonces porque apareció aquí?
Omar: No lo sé, es…bastante raro. Y estar cerca me hace sentir incómodo. Me estoy mareando…Ramsés…Ayuda.
Ramsés: Venga no me jodas. ¿Ahora una fuerza sobrenatural te absorbe? Oye…me siento mal…todo gira…
Omar: ¿Ram...ses?
Ramsés: ¿Qué?
Omar: Está amaneciendo…
Agripina: Katia, que gusto verte.
Katia: Señora Agripina, buenas tardes. Un gusto también.
Agripina: Así que…visitando a los ausentes.
Katia: Si señora, cada quince días vengo a visitarlo. Aun lo extraño.
Agripina: Si, lo sé. También extraño al fruto de mis entrañas.
Katia: Señora, esta vez que llegué, encontré de nuevo la puerta abierta del mausoleo. Ya van tres veces en un mes que pasa. Cuando pregunto al vigilante no supo darme razón. ¿Usted tendrá alguna idea?
Agripina: No, querida. Incluso me comentó el señor Crespo que volvió a encontrar cadáveres fuera de las tumbas y que anoche trataron de abrir por la fuerza la entrada con unos gritos tremendos.
Katia: ¡Por Dios! No vaya a ser que unos maleantes quisieran llevarse los restos de Omar y Ramsés.
Agripina: Ojalá que no, querida. Ellos merecen descansar ya que murieron de una forma tan atroz. Siempre iban juntos y hasta murieron y fueron enterrados juntos. Gracias a tu gentileza de compartir el mausoleo con mi hijo.
Katia: Por favor, señora. Era lo menos que podía hacer. Omar y Ramsés eran tan amigos que hasta el más allá se fueron juntos. Aun me siento culpable, porque esa noche mi esposo y yo discutimos y horas después lo encontraron molido a palos dentro de este panteón.
Agripina: Y junto a él mi hijo con un balazo. ¡Que saña, Dios mío! ¿Qué clase de atrocidad es esa?
Katia: Es horrible, pero debemos seguir adelante. Venga, vamos a ponerles sus flores y cerremos. Ya casi oscurece.
Agripina: Claro, hija, claro. Si gustas, te invito a mi casa por pastel y café.
Katia: Será un placer, señora.
Ramsés: Oye, levántate. Ya está oscuro.
Omar: ¿Qué? ¿Ya tan pronto?
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