La película ofrece una crítica ácida al esnobismo, el consumismo y el FOMO.
Este jueves 17 de noviembre se estrena El menú, película dirigida por Mark Mylod, más conocido por su dirección en series de TV como Succession y Minority Report; con las actuaciones de Ralph Fiennes, Nicholas Hoult y Anya Taylor-Joy, quien definitivamente ha tenido un año prolífico.
La película nos invita a internarnos en una experiencia exclusiva en medio de una isla privada donde disfrutaremos de una peculiar cena en el restaurante del prestigioso Chef Slowik. Todo ha sido escrupulosamente planeado para celebrar una noche inolvidable, excepto por Margot, quien es invitada de último momento por Tyler, un gran fanático de la carrera del gran chef.
La película comienza a fuego lento, presentando a la variedad de personajes que participan en la velada y dejando muy en claro desde el principio que su notoriedad no se debe precisamente a que sean excelentes personas. A la vez, nos vamos adentrando en los detalles que hacen tan especial a la isla, así como el precio que pagan los cocineros y empleados que literalmente viven ahí a fin de brindarles el mejor servicio a sus comensales. Todo ello, siguiendo muy de cerca a Margot, una chica para la cual todo aquello es una locura y no se contiene en cuestionar y desafiar lo que para lo demás es la definición del buen gusto.
En este punto, la película es sumamente sensorial, haciéndose valer de la fotografía, la edición y las tomas para poder transmitir las sensaciones de una alta cocina y una vida lujosa, con todas sus implicaciones. No es de extrañar si en este arco se te abre el apetito o devoras tus palomitas sin darte cuenta.
Después, la temperatura sube y la situación toma un ritmo inesperado, donde el chef demuestra que quiere crear una gigantesca obra conceptual, tomando como inspiración todas aquellas cosas que han hastiado y corrompido su arte. Aquí, Margot entra en un dilema, al ser una pieza inesperada en el tablero deberá escoger de qué lado está, a la vez que le esperan algunas sorpresas en el camino.
La cinta tiene un humor negro muy peculiar que de vez en cuando te hace cuestionar qué parte de ello es involuntario y qué parte ha sido compuesta para que genere esa incomodidad de una situación social en la que no sabes qué esperar y tratas de mantener la calma mientras todo se descompone.
La actuación de Ralph Fiennes es increíble, mostrando un personaje entregado a sus convicciones con algunos microgestos que dan un atisbo de su mundo interior. El tipo de locura que representa es una nota difícil de alcanzar, pero Fiennes logra ser convincente.
La dupla entre Taylor-Joy y Hoult es interesante, la relación de sus personajes es compleja, por lo que es interesante la manera en que se va revelando a lo largo de la cinta. De manera similar, la dinámica entre el grupo de los comensales que los acompaña tiene una tensión disimulada que poco a poco se va intensificando, como una olla de presión.
Al igual que los platillos del chef, la película tiene una combinación un tanto inusual: dramas personales que se van mostrando sutilmente hasta que todo se combina y van saliendo a la luz; un thriller que se cocina lentamente sin necesidad de abusar de la sangre y la violencia a menos que lo requiera la historia; todo sostenido sobre el ingrediente principal: la crítica.
A su manera, la película se enfoca en el estilo de vida aspiracional, el consumismo y una sociedad obsesionada con la imagen que proyectamos. Si en El club de la pelea se proponía una peculiar manera en que los meseros podían vengarse de sus comensales, El menú lleva ese resentimiento a un nuevo nivel, con un final más que satisfactorio.
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