Producida por Peter Jackson, El Señor de los Anillos: La guerra de los Rohirrim nos muestra una de las guerras más intensas de Rohan.
Esta semana se estrenó El Señor de los Anillos: La guerra de los Rohirrim una cinta animada con una producción internacional que se encarga de ampliar la historia que conocemos de la Tierra Media con eventos que toman lugar casi dos siglos antes que la cruzada por el anillo. En este caso, Kenji Kamiyama (Ghost in the Shell SAC_2045, Blade Runner: Black Lotus) está a cargo de la dirección con Jeffrey Addiss, Will Matthews y Phoebe Gittins en el guión.
La cinta nos lleva a la historia detrás de uno de los sitios que conocemos en la saga principal de LOTR: el Abismo de Helm. El sanguinario Wulf (Luca Pascualino) ha decidido encabezar la invasión dunlendina contra el rey Helm Mano de Hierro (Brian Cox) y sus hijos: Haleth (Benjamin Wainwright) Hama (Yazdan Qafouri) y Héra (Gaia Wise) la salvaje. Así, veremos la resistencia del pueblo para sobrellevar uno de los más duros inviernos en Rohan, con Héra a la cabeza, quien deberá de mostrar todo lo que es capaz para salvar a su gente de la muerte inminente.
Uno de los aciertos que más disfrute de la cinta es su banda sonora, en la que se recuperan algunas de las piezas originales de la saga, pero también Stephen Gallagher añade de su propia cosecha varios tracks que se relacionan perfectamente con el sonido en las producciones predecesoras y embonan en la montaña de emociones que presenta esta película, sumando su fuerza a varios momentos icónicos.
La animación puede ser un punto de discusión, pues tiene este estilo que se ha convertido típico en los largometrajes de historias occidentales con animación japonesa en las que los rasgos son estilizados y afinados como en un anime, pero no termina por sentirse completamente como uno. En general, los trazos y el manejo de los colores de es una gran calidad, sólo con algunos momentos curiosos, especialmente en cuanto al render o las transiciones, que en momentos se sentían duras y poco orgánicas.
Adicionalmente, el diseño de personajes es preciso, cada uno es memorable a su modo y es fácil de identificar su carácter a simple vista. En lo personal, algunos de los vestuarios no me gustaron tanto, especialmente en el caso de Héra, ya que a mi parecer son bastante producidos y desentonan con el resto de los otros personajes; no obstante, el diseño del arco final definitivamente es uno de mis favoritos y creo que tiene un peso y simbolismo propios. Estas decisiones pueden hacer que el público sienta más conexión o aversión con el estilo gráfico de la cinta desde un primer vistazo.
Ahora bien, el ritmo y la narrativa de la cinta me parece bastante bien llevado. Hay distintas cosas en juego sucediendo al mismo tiempo y aunque algunas tienen menos exposición que otras, al final es posible entender la desesperación y el dolor por el que atraviesan los personajes. En este caso, cada una de las dificultades tiene su propio peso y hay momentos en los que realmente sientes que es el final de los personajes. El filme sabe jugar muy bien con la tensión, el suspenso y la acción que se vive en un asedio lento.
LOTR siempre nos ha ofrecido heroínas increíbles con diversas personalidades y habilidades y este caso no es la excepción, creo que muchas mujeres y chicas se pueden sentir identificadas con Héra y la forma en la que desea vivir, más allá de sus responsabilidades en la corte, pero sin dejar de pensar por un momento en su pueblo y su deber para con ellos. Hay un balance muy maduro en su carácter que creo que varios podrán admirar.
En conclusión, una cinta entretenida a la que puedes seguir ya sea que conozcas o no el lore del Señor de los Anillos y que al localizarse mucho antes de la saga principal, cuenta con suficiente independencia para crear una historia aparte, pero que a su vez ilustra con gran habilidad una parte de la historia de la Tierra Media que los amantes del género disfrutarán.
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