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El diseño de arte y el vestuario espectacular de "La Cumbre Escarlata"



Sensibilidades góticas: Dirección de arte

Todos los involucrados en la producción aprendieron que del Toro tenía un conocimiento enciclopédico de la época victoriana. Para hacer la ambientación clásica, el decorador de set Vieau discutió con el director acerca de cada elemento de la decoración. El realizador quería “papel tapiz Bradbury & Bradbury”. Vieau tuvo que ir en su búsqueda. Él fue capaz de encontrar muebles de la época y decoración sin tener que ir a Inglaterra, como originalmente se había planeado. En L.A., él encontró un tapiz del siglo XVII que fue usado en Allerdale Hall, una pieza que realmente representa la opulencia de la gran mansión. Pero la discusión realmente comenzó con el color y la textura; “el color de la película era lo más importante para mí”, comenta Vieau.

De acuerdo con del Toro, “la forma en que se dirigió el arte de la película fue creando dos capítulos completamente diferentes. La primera parte sucede en América, y América es tabaco, oro y ricos sepias; es el color de progreso y de la vida. Cuando vamos a la Cumbre Escarlata, todo se vuelve frío y oscuro. Se vuelve realmente escalofriante”.


El realizador ama los verdes azulados inspirados en el follaje; sus elecciones de color crean el ánimo, la ambientación—el mundo místico de su imaginación. Gran parte del guardarropa de Lucille tenía que ver con “fundirse con la arquitectura y esa fue la huella para entender cómo nos acercamos al color”, dice Vieau. La recámara mayor de Sharpe estaba llena de terciopelos con textura profunda, y las cortinas estaban hechas con ricas sedas. El gran salón fue decorado con cintas de algodón en las estanterías para añadir reflejos dorados; el sofá fue tapizado en seda de color verde oscuro; los muebles fueron recubiertos de tapicería.

Oportunamente, la palabra “Miedo” permeó en la casa a través de elementos de diseño. Los papeles tapices fueron diseñados a medida para incorporar los motivos de la polilla y la mariposa que del Toro quería repetidos en los pisos los pasillos—simbolizando la fascinación de Lucille por capturar cosas, gente, diseñando el miedo en las telas de la casa. “Miedo” fue escrito en la silla, en el manto—subliminalmente destilando ansiedad y terror, como debería hacerlo cualquier casa embrujada real.


Cuidado con el rojo escarlata: El vestuario de la película

La diseñadora de vestuario Kate Hawley describe La Cumbre Escarlata como una película victoriana fantasiosa y teatral más que como una que asemeja la realidad. Cuando el proyecto comenzó, del Toro declaró a Hawley: “Vamos a construir el vestuario y vamos a confeccionar la arquitectura”. Ella y su equipo crearon un guardarropa para lograr las visiones esculturales de del Toro. De hecho, la diseñadora comenta: “Su trabajo está hecho como en capas… hay elementos de un cuento de hadas, hay una historia, hay poesía”.

En las primeras etapas del proceso de diseño, Hawley recuerda las discusiones acerca de el ambiente y el color: los guardarropas en América representan el verano, el oro y el tabaco, crecimiento y progreso; mientras que en Ingalterra es invierno, follaje marchito, azules profundos y verdes azulados. Para sumar al reto, ella debía evitar el blanco, el negro y el rojo en el vestuario de Búfalo—forzándola a trabajar con una paleta en crema, carbón y naranja quemado. No hay luces o sombras en esas escenas, ella comenta; mientras que en Allerdale, las telas oscuras le daban peso a los personajes en la profundidad del romance gótico.

El equipo de Hawley se sintió tan cercano a cada creación que comenzó a ponerle nombres al vestuario. Ella comenta al respecto: “Todos estos vestidos tienen estados de ánimo”. El “Ratón de Biblioteca de Búfalo” es el conjunto de Edith tipo “Mary Shelly-romántico-escritora”, que tiene una hechura masculina. El “Vestido del Corazón Roto”, basado en la pintura de Klimt, es un vestido delicado y frágil con una pequeña flor con un corazón en el centro. “Así fue como encontramos nuestro lenguaje en términos de decoración, para darle soporte a la historia”, comenta Hawley. Las flores eran un tema en el vestuario de Edith, expresando “riqueza y fertilidad… su generosidad de espíritu”. Su vestido de novia fue decorado con una cadena de violetas, un símbolo victoriano de la memoria y la mañana.

Los vestidos de Lucille tenían motivos de hojas marchitas que estaban llenas de catástrofe, hambruna e infertilidad. El bordado del guardarropa de Lucille reflejaba los detalles en las arquitectura de la casa. “Ella estaba vistiendo la casa de muchas maneras”, comenta del Toro. La confección de su guardarropa era decididamente diferente también. Los diseños de Hawley acentuaban la delgadez de Lucille; los vestidos eran muy ajustados y estrechos “para que pudieran sentir los huesos a través de la ropa”. Su frágil silueta asemejaba las largas y estrechas formas de la casa.


El departamento de vestuario trabajó cercanamente con del Toro para explorar y ayudar a cada uno de los actores a identificar las demandas de cada personaje. El director quería que el vestuario jugara con la escala y la forma, así que la elección de los textiles fue hecha con base en estas ideas. “Queríamos hacer eco a la arquitectura”, dice Hawley, “así que tratamos de hacer la ropa muy escultural”. Cuando Edith comienza a debilitarse en Allerdale, ella se vuelve más frágil, “más transparente, como una crisálida” y esa idea se traslada a su camisón.

Las delicadas sedas en capas del vestuario fueron pensadas para ayudar al movimiento durante la interpretación de Wasikowska. Por su parte, Lucille y Thomas eran como camaleones en su mundo. Lucille se mezclaba entre los azules y las sombras de las paredes de la casa como una polilla. Para acentuar más el motivo del director, el equipo de vestuario pasó horas cosiendo a mano las finas telas usando anticuadas técnicas plisado; esto hizo que los vestidos flotaran y se batieran como las alas de los insectos favoritos de del Toro.


Con el reto de trabajar con una paleta restringida para el reparto principal, cuando el color rojo finalmente fue introducido para uno de los vestidos de los espíritus, Hawley recuerda el sentimiento de intensidad: “La imaginería es muy fuerte, muy teatral”. A diferencia de cualquier fantasma que haya visto antes, los espíritus de del Toro realmente se sentían, como una espeluznante versión de sus anteriores seres en vez de fantasmas etéreos. Las discusiones entre Hawley y del Toro a menudo terminaban en una conclusión: “el horror debe ser una cosa bella”.

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