Desde el principio, Ridley Scott iba en busca de sangre.
“Creo que el primer comentario de Ridley fue, ‘Vamos a hacer una película para adultos intensa, y vamos a necesitar mucho granate’, que es un término para la sangre en el cine”, recuerda Mark Huffam, productor de ALIEN: COVENANT. “Esa fue nuestra primera conversación —nos vamos a dar a la tarea de aterrorizar a todos”.
Si alguien sabe cómo atemorizar a las audiencias con una narrativa inteligente y sofisticada es Scott. Su Alien original sigue siendo un referente habitual en el género del terror, una película con una psicología tensa y claustrofobia incómoda, tan austera y efectiva como la bestia majestuosa y despiadada que acosó por primera vez a Ellen Ripley y a la tripulación de la nave espacial Nostromo, allá en 1979. “Por gracioso que suene, siempre pensé en Alien como una película serie B, pero muy bien hecha”, comenta Scott. “El subtexto era bastante básico —siete personas encerradas en una casa antigua y oscura, quién iba a morir primero y quién iba a sobrevivir”.
Para ALIEN: COVENANT, el realizador nominado al Oscar® buscó recapturar la misma atmósfera ominosa de un peligro y terror constantes, y ofrecer al mismo tiempo nuevas percepciones que podrían añadir riqueza y profundidad a la más vasta mitología de Alien. Esa aproximación era necesaria, explica, para mantener la narrativa fresca y sorpresiva. “No te la puedes pasar siendo perseguido por un monstruo a lo largo de un pasillo —llega a aburrir”, comenta Scott. “Me vino a la cabeza que nadie había hecho la pregunta de quién hizo esto y por qué. Podías contestar que la inventaron monstruos del espacio exterior, dioses del espacio exterior, ingenieros del espacio exterior. Y no fue así. ALIEN: COVENANT va a revertir eso”.
La película empieza con una misión pacífica diseñada para llevar a la humanidad más allá de los confines de la Tierra, a una colonia que se encuentra entre las estrellas. En el manifiesto de la nave espacial Covenant hay parejas que poblarán el planeta Origae-6, junto con docenas de embriones, para ayudar a establecer una comunidad nueva. La tripulación de la nave es la encargada de protegerlos. Entre sus miembros se encuentran: el capitán Branson (James Franco) y su esposa, Daniels, jefa de operaciones de terraformación (Katherine Waterston); el segundo al mando Christopher Oram (Billy Crudup) y su esposa bióloga Karine (Carmen Ejogo); los pilotos bulliciosos Tennessee (Danny McBride) y Faris (Amy Seimetz); el jefe de seguridad, sargento Lope (Demián Bichir) y su segundo de a bordo y marido, sargento Hallett (Nathaniel Dean). Entre ellos hay alguien que no es humano, Walter (Michael Fassbender), un ser sintético, pero leal del Covenant, quien se encarga de vigilar mientras los pasajeros permanecen encerrados en crio-sueño hasta que lleguen a su destino.
Cuando una explosión estelar penetra la nave, Walter se ve obligado a despertar de manera prematura a la tripulación para salvar sus vidas. Sin embargo, una falla mecánica atrapa al capitán en su cámara de híper-sueño, por lo que sufre una muerte horrible y brutal. El incidente deja a Oram, un hombre de profundas convicciones religiosas, a cargo, y a Daniels recuperándose de la pena por haber perdido a su marido.
Daniels busca consuelo en la compañía de otra figura solitaria de la nave, Walter, quien, sin lugar a dudas, lucirá familiar para las audiencias. Es la siguiente evolución de David, el ser sintético obsesionado con Lawrence of Arabia, interpretado por Fassbender, que apareció en Prometheus. Si bien es superior a su predecesor desde un punto de vista tecnológico, su rango emocional está hasta cierto punto limitado. No puede enamorarse, y ha sido programado para ser siempre leal a la tripulación del Covenant —Fassbender lo describe como un “súper mayordomo”.
“Está ahí, primero y antes que nada, para proteger y servir, como un buen oficial de policía”, comenta el actor. “Todo en él parte de la lógica y está desprovisto de toda emoción, incluso aunque aquellos a su alrededor, particularmente Daniels, busquen algún tipo de vínculo emocional con él, pero que, en realidad, no puede haber”.
A pesar de su programación, la relación de Walter con Daniels es compleja y está teñida con indicios de afecto. Waterston dice que Daniels “llega a depender de él después de que Jacob muere. Ella se siente más a gusto a su alrededor que con el resto de la tripulación porque, en cierto modo, él está limitado desde un punto de vista emocional. Es más fácil para ella estar alrededor de alguien que no puede entender lo que ella está pasando, para que así la puedan dejar sola con su dolor. En realidad, ella no tiene porqué reciprocar con el compromiso. También siente una conexión con él porque son los únicos dos seres solteros en la nave”.
Una vez que el Covenant intenta reagruparse del desastre, se ven sorprendidos de nueva cuenta. Tennessee está afuera de la nave reparando las velas de energía, cuando escucha un mensaje críptico que suena como lo que podría ser una llamada de auxilio. La tripulación rastrea la fuente de transmisión a un planeta cercano, y Oram, motivado por su fuerte fe cristiana, opta por trazar un nuevo rumbo que llevará a la nave a un camino desconocido hacia la señal. El manto de liderazgo no se posa a la ligera sobre sus hombros —siempre carga con él un juego de cuentas de metal, que usa para calmarse cuando la presión aumenta.
“Tan pronto y le dan la oportunidad, me parece que el peso de esas poco más de 2,000 almas se vuelve inmenso y apabullante”, comenta Crudup. “Hay una cantidad tremenda de desconfianza en sí mismo cuando trata de lidiar con su propio miedo, y con respecto a liderar a tanta gente a lo desconocido. Creo que esa es una gran parte de la historia —cómo se relaciona con los otros miembros de la tripulación y cómo él, a final de cuentas, encuentra cierto sentido de confianza y claridad, y de autoridad moral, al intentar defenderlos.
“En momentos de confusión, de miedo, es cuando te tienes que concentrar en tu fe porque te dará fuerza y claridad, y no serás volátil ante situaciones de peligro”, continúa Crudup.
Su racional esposa, interpretada por la actriz británica Carmen Ejogo, también funge como sostén para Oram. “Él siente un profundo amor por ella”, comenta Crudup. “El apoyo que ella le brinda es una de las bases impulsoras para la capacidad que tiene él de llegar al final del día. No sé qué haría él sin ella, debido a la virtud que tiene ella para acceder a partes de él a las que no deja que otras personas entren”.
Una tormenta de iones que cubre la atmósfera previene al mismísimo Covenant llegar a la superficie del planeta, así que, en cambio, envían a un destacamento de desembarco conformado por científicos y personal de seguridad, mientras Tennessee se queda al mando de la madre nodriza orbitando encima de ellos. Cuando McBride, actor y guionista mejor conocido por sus papeles cómicos en películas tales como Pineapple Express, se reunió por primera vez con Scott para discutir el papel de Tennessee, el director tenía en mente un punto de referencia muy específico: comandante T.J. ‘King’ Kong, personaje que interpretó Slim Pickens en la clásica sátira Dr. Strangelove or: How I Learned to Stop Worrying and Love the Bomb, de Stanley Kubrick.
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