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Asteroid City: Wes Anderson en toda su potencia estética

La película formó parte de la gala de inauguración del pasado FICG

Asteroid City: Wes Anderson en toda su potencia estética

Este año tendremos varias cintas que podemos titular como “cine de autor”, entre ellas, Asteroid City con el estilo único de su director, Wes Anderson, quien junto a Roman Coppola escribió el guion de esta singular historia que se vive en dos planos diferentes: por una parte, la “obra de teatro” que se nos muestra y por otro lado las historia de los creadores y actores que participan en la obra y sus propios tormentos personales.


La obra en cuestión nos transporta a la década de los cincuentas, en medio del desierto estadunidense donde se lleva a cabo un concurso de jóvenes superdotados, quienes se hospedan junto con sus familias en medio de la nada. Entonces, un peculiar evento provoca que su estadía se alargue más de lo planeado, mientras los involucrados tratan de darle sentido a lo ocurrido.


Incluso desde antes de ver la cinta, llama la atención el amplio elenco lleno de estrellas reconocidas, con Jason Schwartzman y Scarlett Johansson en los estelares, junto a: Tom Hanks, Bryan Cranston, Tilda Swinton, Edward Norton, Adrien Brody, Williem Dafoe, Margot Robbie, entre otros. Para algunos, el desfile de personajes puede ser abrumador, mientras que otros se deleitarán con las actuaciones y las distintas tesituras que manejan algunos de ellos, aunque otros son más bien acompañantes en esta narración coral.


En términos narrativos, como ya mencionamos, se trata de dos planos diferentes que se entrelazan entre sí por la ficción, que será la esfera alrededor de la cual orbite la “realidad”. El tono es principalmente cómico tirando hacia el absurdo a tal grado que uno tiene dos opciones: buscar por las metáforas más cripticas o simplemente dejarse llevar por la historia sin cuestionarse mucho, de ahí que haya críticas mixtas al respecto, aunque es cierto que algunas de las tramas tienen mayor resolución y detalle que otras, algunas simplemente se abren y se dejan a un lado, como un niño que se ha cansado de abrir tantas matrioskas.



Asimismo, hay escenas memorables, con diálogos atrapantes con los que nos podemos identificar, todo con un cuidado en la paleta de color y las tomas que cierra la experiencia estética. Aunque no todo mundo disfruta el absurdo, sin duda una de las escenas más memorables es la más desconcertante, donde lo que se venía construyendo hasta ese momento toma un giro inesperado que nos hace preguntarnos sí es en serio, pero sí, tan en serio como una comedia andersoniana.


Sin duda se trata de una película para fanáticos o personas que disfrutan de una historia más alocada, experimental donde el ornamento tiene igual o mayor peso que las acciones y aun así logra dar varios destellos sobre temas variados como la pérdida, el amor, la posverdad, la manipulación de la información, el aislamiento, el trabajo artístico entre otras aristas. Así, se trata de una cinta disfrutable, siempre y cuando tomemos en cuenta que Anderson hace sus propias reglas.



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