El filme fue nominado a Mejor Película en el 75 Festival de Cannes
Esta semana se estrena Broker, intercambiando vidas la más reciente producción dirigida y escrita por Hirokazu Koreeda (Un asunto de familia) una cinta que ha recibido varios elogios desde su debut en el Festival de Cannes, y con una buena razón, pues aborda varios temas más polémicos de la actualidad con una compasión y empatía asombrosa.
La película nos muestra a Ha Sang-hyun (Song Kang-ho) un hombre que dirige una lavandería y junto con Dong-soo (Gang Dong-won) fungen como intermediarios de niños abandonados que son comprados por familias que no pueden adoptar. Moon So-young (Ji-eun Lee) es una de la madre de esos niños que inesperadamente regresó por él. Así, la chica decide unirse al dúo en busca de buenos prospectos que adopten a su hijo, lo que no será fácil con la policía (Bae Doona y Lee Joo-young) siguiéndolos de cerca.
En cierta forma, la película tiene varias conexiones con su predecesora en cuanto al estilo y la temática, con un enfoque en las familias poco convencionales y una habilidad para tratar situaciones poco éticas o morales sin demonizarlas ni romantizarlas, si no que busca la manera de exponerlas con la apertura suficiente para que haya espacio para el criterio del público, aunque sin duda moverá más de un estigma.
Las actuaciones son una buena parte de la fuerza de la película, con Song Kang-ho (Parásitos) a la cabeza con un personaje complejo en un momento oscuro de su vida, acompañado por un Gang Dong-won que entiende mejor que nadie las dificultades a las que se enfrentan los niños en el sistema de adopciones, por lo que suele chocar con el personaje de Ji-eun Lee y su decisión. La manera en la que estos personajes van cambiando y encontrando su propia dinámica en medida que se van conociendo es fascinante.
La fotografía también aporta a la sensibilidad y la sensorialidad que transmite la cinta, usando la lluvia y el agua como un símbolo que irá acompañando el viaje de Moon So-young para aclarar sus emociones y entender lo que realmente quiere.
La trama tiene algunos giros y sorpresa que son bastante coherentes entre sí y a pesar de que este drama también incluye elementos de road movie con thriller, el tono se mantiene a lo largo de la historia. Por su parte, el ritmo puede ser un poco lento, se toma su tiempo para mostrar los conflictos de sus personajes y la manera en que su contexto influye en las decisiones que toma cada uno, a la vez que deja en el aire varias preguntas, como el efecto de los buzones para bebés en los países donde esta política se aplica.
Sin duda Hirokazu Koreeda vuelve a hacer su magia para mostrarnos una historia sensible que nos muestra a personas que de una u otra forma han sido abandonadas, marginados tratando de buscar su lugar en el mundo pese a que sus decisiones a primera vista sean cuestionables. Una cinta para reflexionar, pero en cierta forma también para encontrarse con nuestra parte más vulnerable: nuestras heridas de la infancia.
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