El Esquema Fenicio: Benicio del Toro protagoniza la nueva cinta de Wes Anderson

Del Toro da vida a Zsa-zsa Korda, un desalmado empresario hábil en escapar de la muerte en El Esquema Fenicio

Este fin de semana se estrenó El Esquema Fenicio el más reciente proyecto de Wes Anderson, donde vuelve a hacer mancuerna con Roman Coppola para escribir el guion de una trama de espionaje y boicots comerciales con personajes que sólo podrían salir convivir en el universo de Anderson.

La cinta gira en torno a Zsa-zsa Korda (Benicio del Toro) un magnate cuyo poder e impulsividad le ha causado bastantes enemigos en el camino. Tras un atentado en su contra, decide reunirse con su hija Liesl (Mia Threapleton) para enseñarle a manejar sus negocios y convertirla en su heredera universal. Korda está listo para llevar a cabo su obra más ambiciosa al lado de su hija y Bjorn (Michael Cera) su nuevo tutor, todo mientras intentan acabar con él desde varios flancos.

El elenco se complementa con Tom Hanks, Scarlett Johansson, Benedict Cumberbatch, Bryan Cranston, Riz Ahmed, entre otros. En primer lugar, vale mencionar que las actuaciones del trío protagonista son sensacionales, especialmente del Toro como el ojo de un huracán, un hombre que se cuestiona a sí mismo y sus creencias a medida que está más cerca (y al mismo tiempo, más lejos) de cumplir el sueño de su vida. A su lado, Threapleton hace un buen acompañamiento, con un personaje peculiar, fría, emocionalmente distante, pero que Threapleton dota de carisma y profundidad a través de su interpretación.

La cinta en buena medida está muy centrada en el estilo que ha caracterizado al escritor, con sus paletas de colores y una fotografía por parte de Bruno Delbonnel (Amélie, Ojos Grandes) que le da un aire de cuento que nos fascina a lo largo de la cinta. Incluso el diseño de la escenografía juega un papel importante para llevarnos por construcciones alucinantes, mientras que el vestuario hace que los personajes se integren en el particular estilo visual de esta propuesta. Todo esto, junto a la música de Alexandre Desplat, la cual se maneja con un timing cuidadoso para generar ambientes tan estrafalarios como fascinantes.

Narrativamente hablando, el director explora el género de las intrigas internacionales en el que varios planes se desarrollan al mismo tiempo, por lo que al principio puede ser un tanto abrumador, pero rápidamente se cuadra a la historia que le interesa narrar al director: un viaje que pone bajo la lupa la relación entre un padre, su hija y Dios. En ocasiones las subtramas van adquiriendo o perdiendo protagonismo a su alrededor, pero el centro está definido de principio a fin.

Wes Anderson ha encontrado su fórmula y se mantiene seguro en ella dentro de esta cinta, incluso si eso significa navegar en los límites entre su estilo y los tópicos que podría exigirle una cinta de intrigas y obtener algo que en momentos no queda bien definido o tiene un par de resoluciones apresuradas para poder cerrar con la historia sin que se explique del todo ciertas decisiones o lo que ocurrió con algunas subtramas.

En general, es una cinta que se disfruta con personajes que son tan extravagantes como humanos, una fotografía con ese gusto por las paletas de colores saturadas que amamos de Anderson, actuaciones increíbles en las que cada actor se comprometió para darle uniformidad a este universo y más de un momento divertido que les dejará un buen sabor de boca a los fanáticos de este estilo.