Ha pasado casi un mes de su partida y decidí rendirle un pequeño homenaje
Aquí Luis, hace prácticamente un mes que partió nuestra mascota, se llamaba Push, quise escribir algo antes para desahogarme pero no era capaz. Eso es lo primero que me sorprendió, si bien he tenido otras mascotas, creo que ninguna partida me ha pegado tanto hasta el momento como la suya. De sus 17 años, 11 estuvo practicamente a mi lado, fue un perro noble, con propios y extraños, agradable, cariñoso.
Siendo una persona a la que no le gusta el contacto físico, que él quisiera dormir en mi cama o me siguiera a todos lados al comienzo me resultaba incomodo, pero al paso del tiempo comprendí que es una conducta propia de ellos y su manera de darme la bienvenida a casa cada vez que volvía del trabajo o de viaje siempre me alegraba. Durante el encierro por la pandemia, por ejemplo, se dormía a mi pies todo el tiempo que estaba sentado frente a la computadora y bajaba conmigo a la hora de la comida para después volver y terminar el turno. Esos pequeños detalles son los que he recordado una y otra vez.
Él ya era un perro viejo y sabíamos que sus días estaban terminando, al final ya no comprendía mucho, se caía como perdiendo el sentido, ya no comía mucho, ya no veia bien, uno de los ultimos días comío de mi mano y ya notaba algo diferente en él, ya no era el mismo, aun asi pasaba una parte del día acariciandolo mientras dormía. Pero a pesar de saber lo que pasaría, el momento en que se fue tuvo un impacto más grande de lo que esperaba. Eso me sorprende porque una parte de mi sabe que era un animal, entonces ¿por qué me afectó tanto su partida? Si, yo mismo sé la respuesta.
El día que partió, horas antes lo acaricié y sin poder controlar, el llanto me consumió y tuve que retenerlo para poder terminar mi jornada laboral. Su partida sucedió al mediodía, ya había terminado mi turno laboral asi que me quedé dormido en cama entre un llanto que no pude contener, no recuerdo siquiera si comí. Esa noche lo soñe, en el sueño lo abracé tan fuerte que eso me despertó y volví a llorar inconsolable hasta que me quedé dormido sin darme cuenta. En los siguientes días ver su espacio vacío, ya no verlo, ya no escucharlo, era muy dificil, me decían que recordara los momentos felices pero eso no hacía más que provocar una lágrima seguida por otras más, y aún sucede a veces.
Sé que era un animal y no leería esto aun estuviese vivo, no le importaría un homenaje escrito ni nada de eso, sé que muchos tampoco comprenderían porque afecta tanto la partida de una mascota y una parte de mi también se pone a analizar eso. Tenemos una relación muy particular con nuestras mascotas y aunque se trata de un acuerdo recíproco, comida por hogar, protección, aún así una parte de mi se queda pensando, esperando que de alguna manera estos animalitos lleguen a sentir la mínima parte de lo feliz que te hacen.
Entiendo que estos sentimientos se potencian por las habitudes, la costumbre de tenerlos ahí siempre, o quizá simplemente trato de buscarle una lógica, para pasar a la siguiente etapa, en donde recordarlo me provoque una sonrisa ya sin lágrimas de por medio. Su cariño jamás lo olvidaré.
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