Viola Davis luce sus habilidades para el drama y la acción como protagonista de este filme
El pasado jueves 13 de octubre se estrenó La Mujer Rey una película que se inspira en las Agojie, también conocidas como las “Amazonas de Dahomey” una fuerza militar de África del Este conformada únicamente por mujeres. Bajo la dirección de Gina Prince-Bythewood con el guión de Dana Stevens y la historia de Maria Bello, este grupo de guerreras encarna una historia con un discurso donde convergen diversas luchas sociales.
La película nos transporta al siglo XIX, en el reino de Dahomey, quienes se enfrentan constantemente a las recaudaciones de los colonizadores europeos y sus reinos aliados, quienes contribuyen a la venta de esclavos a fin de mantener acuerdos con los extranjeros. Dahomey es defendido por las agojie y su generala, Nanisca (Viola Davis) quien busca ser escuchada por el rey Ghezo (John Boyega) para buscar otras alternativas. A la par, las guerreras reciben a nuevas reclutas como Nawi (Thuso Mbedu) quienes son entrenadas por Izogie (Lashana Lynch).
El filme tiene un foco muy interesante que divaga entre lo grupal y lo individual. Si bien Nanisca y Nawi son las protagonistas de esta historia, la película nos permite conocer la historia de las guerreras a su alrededor: su pasado, sus sueños e intereses y de esta manera entreteje una serie de testimonios de la dura realidad a la que se enfrentaban las mujeres en aquella época y que para muchas el pasar del tiempo ha sido casi en vano. A la par, hay un conflicto político que se cierne sobre sus historias personales, un llamado a la acción que las une a todas.
La propia trama invita a que la película alterne entre la acción y el drama constantemente. Hay peleas, muchas de ellas increíbles, casi en el límite de lo acrobático, pero manteniéndose siempre en los límites de lo verosímil, lo que permite admirar una tensión diferente a la que constantemente crean las superproducciones con CGI. Por otro lado, el drama es bastante completo, tocando una diversidad de temas no tan mencionados en el cine, como el matrimonio forzado, la objetivización, las agresiones de todo tipo y el camino de sanación para sobrevivir pese a todo ese dolor.
En ese sentido, Nanisca se presenta como una heroína que fácilmente podría encontrar su lugar en el drama contemporáneo: es una mujer que ha sufrido y su cuerpo muestra las cicatrices de la experiencia; pero no sólo se sobrepone al trauma, sino que asciende hasta lograr tener influencia y poder, no por su belleza y encanto (como las esposas del rey, y en general como se tiende a retratar a la “astucia” femenina) sino por sus habilidades como estratega militar, su ingenio y sus esperanzas de hacer prosperar a su pueblo.
También es cierto que hay un elefante en la sala: la historia de La mujer rey se da ciertas libertades creativas a la hora de representar la historia del Dahomey, entre personajes ficticios (pero que reflejan a mujeres reales) y con algunas inexactitudes históricas, lo que da para un debate sobre qué papel debería tomar el rigor histórico. No obstante, me parece que dentro de sus parámetros el filme logra acercarnos a latitudes y temas que son ignorados para la mayoría, lo cual por sí solo resulta valiosísimo.
La Mujer Rey no sólo es una historia escrita y dirigida por mujeres con un increíble elenco principalmente femenino: es una historia dura que muestra al colonialismo con desde una perspectiva poco común en el cine y rescata un episodio histórico con un tratamiento que permite apreciarlo desde nuestra visión occidental. Así pues, se trata de una premisa interesante con una ejecución que potencia esta idea hasta convertirla en un símbolo. Sin duda una de las películas que esperamos ver en las nominaciones al Óscar.
