La cinta utiliza muchos de los lugares comunes en las películas de espías, pero con una ejecución magistral.
Estamos en la temporada de los estrenos pesados del verano, muestra de ello es Misión Imposible: Sentencia Mortal, parte 1 la séptima entrega del clásico de espionaje y aventuras estelarizado por Tom Cruise. En este caso, Christopher McQuarrie regresa como director, así como guionista junto a Bruce Geller y Erik Jendrensen.
En esta nueva aventura, Ethan Hunt acepta una misión desafiante: encontrar la clave que podría darle a cualquiera la posibilidad de manipular el mundo virtual a su antojo y poner en serios problemas al resto del globo. Quien quiera que posea la clave podría convertirse en un poderoso aliado, pero también un objetivo perseguido por todos. Ante esta situación Ilsa Faust (Rebecca Ferguson) Luther Stickell (Ving Rhames) y Benji Dunn (Simon Pegg) se reúnen para ayudar a Hunt no sólo a escapar de la mira del gobierno, sino también de un enemigo del pasado (Esai Morales) mientras una ladrona excepcional (Hayley Atwell) complica un poco más la ecuación.
Cuando una saga lleva sobre su espalda varios títulos y cuenta con casi tres décadas desde la salida de su primer título, vale la pena preguntarse ¿hay algo más que contar? La respuesta puede variar dependiendo del punto de vista, pero ciertamente la dirección que Misión Imposible: Sentencia Mortal, parte 1 ha tomado es interesante, pues maneja muchos de los lugares comunes que ya hemos visto en otras películas de espías (o incluso dentro de la misma franquicia): persecuciones, peleas en un tren en marcha, viajes por el mundo, disfraces… pero su ejecución logra su propósito: llenarte de adrenalina durante casi tres horas sin apenas sentirlo.
Uno de los puntos que me parece importantes de resaltar es el cuidado a los personajes. No sólo están ahí para ejecutar una tarea y hacer que la trama avance, en este caso puedes sentir su miedo en más de una vez e incluso los momentos trágicos realmente pesan, creo que el guion y las actuaciones realmente deslumbran en hacernos sentir que los personajes se enfrentan a algo mucho más grande que ellos. En este mismo apartado, los personajes no siempre son perfectos y eficaces: se estresan, chocan, tienen sus errores y eso ayuda a darle cierta tensión a la serie de desafíos que en ocasiones rallan lo inverosímil.
Otro punto en el que MI y específicamente Tom Cruise destacan son las escenas de acción, las cuales recordemos que el actor prefiere grabarlas él mismo, incluida una escena que involucra un salto en paracaídas desde un acantilado y que el equipo ha denominado como una de las más arriesgadas que han hecho. Si bien también MI utiliza el CGI y en momentos se nota, también resaltan las escenas de acción y la manera en la que se sienten realistas, con los actores involucrados, en lugar de la dispersión que provoca la pantalla verde. Algunas escenas de peleas y acrobacias son realmente memorables.
También vale la pena hablar sobre el villano, pues aborda un miedo muy latente que ha cobrado más fuerza durante este año. Si bien es un tema que ya se ha tocado antes en el cine, resulta interesante la manera en la que lo presentan, como un enemigo omnipotente que sabe la combinación exacta para ganar, lo que obliga al equipo de FMI a ser mucho más astutos y regresar a lo análogo para seguir luchando por proteger el mundo, incluso con todo en contra y un enemigo que parece conocerlos demasiado bien.
Así pues, esta nueva entrega abraza todo lo que significa MI y los elementos que amamos de esta franquicia, a la vez que está estructurada para que la audiencia que no está familiarizada pueda disfrutarla sin necesidad de demasiado contexto. Esto puede ser un arma de doble filo, pues narrativamente no hay mucha novedad, básicamente sigue la estructura que la misma franquicia se ha planteado, pero a nivel de ejecución y efectos tiene todo lo necesario para pasar un buen momento, emocionarse y disfrutar de escenas increíbles. Una apuesta segura para los amantes de la acción.
