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  • Foto del escritorDroideTV

The Black Phone: un suspenso donde los peores horrores están vivos

El filme es una propuesta refrescante y a la vez una sucesora consciente de los thriller ochenteros

Desde el estreno de Stranger Things (incluso un poco antes) hemos visto ciertos tópicos repetirse en series y películas, como la inacabable nostalgia por los ochentas, setentas y sesentas, secuestros misteriosos y el regreso de las historias de fantasmas. Pero lo que hace que un título sea memorable o sólo uno más del montón es la manera en la que juega con sus elementos y qué tanto se aleja de los clichés del terror.


The Black Phone (El teléfono negro) tiene un conjunto de elementos para ser un éxito o un rotundo fracaso. Afortunadamente, su director Scott Derrickson supo manejar esta adaptación del cuento homónimo de Joe Hill (también conocido por Locke & Key y NOS4A2) para darnos una historia que combina el thriller y lo paranormal por partes iguales.


La historia nos muestra un pueblo aterrorizado por los múltiples secuestros de niños que han sucedido en un corto periodo de tiempo sin que nadie tenga pista alguna para dar con el secuestrador. Finney Shaw, un pequeño de 13 años que vive con un padre alcohólico y sobre de abuso escolar se convierte en su más reciente víctima. Todo apunta a que Finney sufrirá el mismo destino que los chicos que lo precedieron, hasta que el teléfono negro comienza a sonar.


Ethan Hawke, cuatro veces nominado al Óscar le da vida al retorcido secuestrador con una actuación formidable en la que transita delicadamente entre un monstruo implacable, un sádico que disfruta de los juegos mentales, pero también de un criminal bajo el constante estrés de ser descubierto. El diseño de su vestimenta también aporta bastante, especialmente su máscara, que aporta una metáfora del estado mental del personaje.


Ahora bien, si Ethan Hawke es un icónico demonio, la cinta tiene su principal foco en el mundo adolescente: Mason Thames como Finney te hace sentir empatía por este chico que jamás regresaría un golpe, pero repentinamente debe de luchar por su vida; además, hace una increíble dinámica con Madeleine McGraw, quien interpreta a Gwen, la hermana de Finney cuyos sueños a veces son verdad.


El teléfono negro es una cuestión debatible. Por una parte, la manera en la que los otros niños interactúan con Finney es interesante, cada uno acorde a su personaje y con un tiempo en pantalla bien aprovechado para mostrarnos sus vidas, sus intereses y el dolor de que sus vidas se vieran abruptamente interrumpidas. Incluso diría que el lugar hacia donde se encamina la trama gracias al teléfono es genial.


Por otra parte, se trata de una premisa que se sostiene tanto como el espectador decida creer en ella y concederle ciertas libertades. Existen algunas conveniencias y pequeños huecos que te hacen dudar, pero si decides no preguntar demasiado seguir por donde la historia te lleve, entonces encontrarás un filme de suspenso decente. Se agradece que sabe generar tensión, frustración y temor sin un solo jump scare, sino a través del guion y el manejo de las escenas, pues el peligro inminente se siente a cada momento.


También vale hablar de los pequeños guiños aquí y allá a las películas de terror de la década, se nota que este filme está consciente de sus antecesores y la mecánica que requiere. Pero su maestría no está en la nostalgia, sino en manejar detalles clásicos que funcionan e imprimirle su propio sello. Así, El Teléfono Negro nos recuerda que los peores horrores no son los muertos, sino los vivos que pueden pasar hacer cosas terribles y pasar desapercibidos.




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