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El director Adam McKay y Christian Bale hablan sobre "El vicepresidente: más allá del poder&quo



CONVIRTIÉNDOSE EN DICK, LYNNE Y DONALD.

La elección del director Adam McKay para interpretar al audaz y maquiavélico Dick Cheney era un caso abierto y cerrado. Él quería al ganador del Oscar® Christian Bale. “Escribí este guion con Christian en mente”, admite McKay. “No sé quién más podría haber hecho el papel y si él hubiera decidido no hacerlo, probablemente no habría filmado la película”.

“Nadie dudó nunca de la habilidad de Christian de interpretar este personaje”, dice la productora Dede Gardner. “Como lo hemos visto antes, su habilidad de transformarse y su compromiso a un papel no tiene comparación. Sabíamos que habría una cantidad enorme de trabajo y todo lo que queríamos es que él dijera que sí”. Kleiner secunda el elogio de Gardner ante las habilidades camaleónicas de Bale: “Las experimentamos en THE BIG SHORT, cuando Christian se puso la ropa de la persona real que interpretaba y pasó una buena parte de tiempo estudiándolo. La genialidad de su rango, de ser gracioso y adorable hasta despiadado y atemorizante, es tan incomparable como su ética de trabajo. Este filme fue diseñado para ser una gran película épica y quién mejor para llevarlo a cabo”. Cuando Bale se enteró de que McKay lo quería para el papel, pensó que McKay había perdido la razón. Después leyó el guion.

“Absolutamente brillante”, dice Bale. “Rebasó cualquier expectativa que pudiera tener. Era emotivo no sólo de una forma política, sino de una manera personal. Abarca lo que significa ser una persona, ser parte de una familia, parte de una nación. Y, tal como todo lo que hace Adam, era jodidamente gracioso”. Sin embargo, aun con sus habilidades de transformación, pasaron seis meses de pruebas de maquillaje antes de que McKay y Bale estuvieran satisfechos de haber captado la singular apariencia de Cheney. Ayudó que trabajaron con el extraordinario maquillista Greg Cannom, quien ha ganado tres Oscar® y un cuarto Oscar® técnico, entre otras numerosas nominaciones.

Conforme Bale y Cannom experimentaban con la apariencia externa de Cheney, el actor estaba ocupado interiorizando al personaje. De acuerdo con el productor ejecutivo Jeff Waxman, Bale estudió el personaje mirando todos los videos y entrevistas que encontró. “Él quería saberlo todo sobre Cheney y absorberlo. También asistía con un nutriólogo para ganar peso de una manera saludable. Tenía un entrenador de acento, un entrenador de movimientos. Lo que hiciera falta para que se transformara en Dick Cheney —su forma de caminar, de hablar y de moverse. Para que el día que comenzamos el rodaje, él se había convertido en ese personaje. Literalmente pensabas que Cheney estaba parado frente a ti”.

Para captar la esencia de Cheney, Bale y McKay hicieron un trato para acercarse objetivamente al personaje, dejando de lado cualquier sentimiento personal sobre el exvicepresidente y sus políticas. “Este hombre era increíblemente influyente, un hombre realmente solemne, poderoso y absolutamente brillante en cuanto a las dinámicas de gobierno,” dice Bale. “Le dije a Adam que necesitaba aproximarme al personaje desde un punto de vista positivo porque la historia nunca debe de ser predecible; debe sorprender a la gente y atraerla, sin importar de qué lado del espectro político se encuentren. Y eso requería acoger a Cheney —con sinceridad”.

Messick sostiene que Dick Cheney fue un personaje asombrosamente difícil de representar, tanto física como mentalmente. “La gente quedará impresionada con la apariencia física de Christian, pero también con la vida interior que creó", dice Messick. “Estudió todo lo que Cheney escribió. De verdad se metió en la cabeza del hombre. Eso se nota bastante rápido cuando empiezas a ver la película". Una de las grandes revelaciones para todos los involucrados en el proyecto fue la decisión de McKay de representar a Lynne Cheney como la fuerza motora detrás del ascenso de su esposo. Ella es mucho más que la típica esposa política y animadora. Inteligente y estratégica, viviendo en gran parte sus ambiciones a través de su esposo y, finalmente, logrando algunos logros significativos propios.

Una vez más, McKay persiguió y consiguió a su primera opción: la cinco veces nominada al Oscar® Amy Adams.

Incluso antes de que McKay le enviara el guion, Adams se deleitó con la oportunidad de trabajar nuevamente con Bale, con quien coprotagonizó dos de sus personajes nominados al Oscar® (AMERICAN HUSTLE, THE FIGHTER). Al igual que Bale, a pesar de lo brillante que era el guion, se sintió un tanto intimidada por el desafío. "No era simplemente que estuviera interpretando a Lynne entre los veinte y los setenta años, sino que necesitaba crear empatía por el enfoque preciso y la ambición del personaje", señala Adams.

Además de leer la vasta bibliografía de la señora Cheney sobre la Constitución y James Madison, así como sus memorias, y mirar numerosas entrevistas de ella, Adams encontró una forma muy personal de adentrarse en el personaje. “Lynne me recordaba a mi abuela, que creció en Provo, Utah, un pueblo agricultor no muy distinto a Casper, Wyoming. En la superficie, ella no era una persona muy cálida. Pero era una sobreviviente y comprendí absolutamente el instinto de supervivencia de Lynne, quien creció con oportunidades limitadas. Luego, a través de su escritura, realmente llegué a respetar su intelecto y cómo se convirtió en una mujer por derecho propio. Era una destacada estudiante y básicamente logró cualquier cosa que deseara, mientras al mismo tiempo apoyaba a su hombre, a quien ayudó a ascender al poder. Simplemente, me encantó su audacia”.

Lo que sorprendió a la actriz sobre el guion de McKay (y luego sobre su forma de dirigir) es el elemento de lo impredecible. “Creo que lo inesperado es la firma de Adam. Hay muchas sorpresas en lo que hace, tantas técnicas de hacer cine. Es temerario, y una de las razones por las que me comprometí con esto vino de las conversaciones que sostuvimos y lo mucho que llegué a confiar en sus instintos. Él creó un ambiente de libertad donde pudiéramos ser atrevidos”.

La dinámica familiar de los Cheney es una parte significativa de la historia de McKay. A veces es divergente y a veces se interseca con las ambiciones políticas de Dick y Lynne, cuenta Adams. “Lynne y Dick eran compañeros, tal como ocurre en muchas relaciones exitosas, respetaban las opiniones del otro”, dice ella. “Especialmente cuando estás en una ciudad como D.C., con tanto poder y escrutinio, debes crear un frente sólido con tu compañero”. Los momentos personales entre los Cheney son los que más resonaron en Adams, afirma. “La intimidad que mostramos entre Lynne y su esposo es algo con lo que me identifiqué”, cuenta la actriz. “Las metas que se trazaron como pareja eran una cosa, pero también vivían sus vidas. Como una pareja de esposos. Como padres. La dinámica de poder menguaba y fluía”.


Además de una escena de alcoba muy shakesperiana entre Lynne y Dick, que Adams asegura que es su secuencia favorita de la película, la historia misma de esta pareja es digna de Shakespeare, dice la actriz. Durante el ascenso de Cheney, él aplaza sus ambiciones para defender a su hija Mary (Alison Pill, de NEWSROOM, AMERICAN HORROR STORY), quien recientemente se declare homosexual. Pero después, cuando la otra hija de los Cheney, Liz (Lily Rabe, de WIZARD OF LIES, AMERICAN HORROR STORY), decide postularse para un cargo público, el círculo familiar se rompe. Con el apoyo de sus padres, Liz se declara en contra del matrimonio homosexual, alienando a Mary. “Cuando Dick y Lynne vieron esta nueva oportunidad de tener poder, fue algo muy tentador y peligroso”, dice Adams. “Y es ese peligro lo que le da un elemento shakesperiano. ¿Qué harían con esa oportunidad? ¿Cuáles serían las consecuencias? Porque muchas de las decisiones que tomamos en un momento determinado tienen consecuencias que pueden llegar lejos, y eso es lo que la película nos muestra”.

El tercer personaje clave de la película es Donald Rumsfeld, quien a lo largo de varias décadas fungió como el mentor, colaborador y luego subordinado de Cheney. De acuerdo con Messick, “Rumsfeld era un operador. Sabía cómo conducirse en las capas del poder y tomar el control. Esas son las herramientas que le dio al joven Dick Cheney, en cuanto a cómo manejarse. Era un asunto menos de política o normas y mucho más sobre cómo tener control o poder, y esa fue la lección —para bien o para mal— que Cheney aprendió”.

Para el personaje de Donald Rumsfeld, McKay eligió al nominado al Oscar® Steve Carell, con quien había trabajado en las películas de ANCHORMAN y en THE BIG SHORT. “Al igual que Christian, Steve tuvo la habilidad de fundirse en este personaje tan enigmático”, dice Messick.

En la película, Carell debía pasar de ser el mentor de Cheney a ser su subordinado; de ser atrevido y casi inmoral a quedar herido y vulnerable. El truco consistía en que no se vieran las costuras de esta confección, dice Messick. “Steve estuvo fenomenal. Hay dos momentos en la película que ejemplifican por qué él era perfecto para el papel. Uno de esos momentos es, al principio, cuando Cheney le pregunta ‘¿en qué creemos?’ y Rumsfeld básicamente se ríe en su cara. El otro es hacia el final, cuando Cheney lo despide y deja ver toda la emoción y pérdida que experimenta en ese momento”.

Sam Rockwell, el ganador del Oscar® en 2017 al Mejor Actor de Reparto fue la elección natural para dar vida a George W. Bush. “Cuando estaba haciendo FROST/NIXON, Bush era presidente y observaba los paralelismos entre Nixon, con sus Documentos del Pentágono, y Bush, con el Acto Patriota de Cheney. Mi padre me dijo que viera las noticias por lo que estaba ocurriendo entonces; que estaba ocurriendo otra vez, que eso era exactamente lo que había ocurrido con Nixon. Y tenía razón, estaba ocurriendo de nuevo”.

McKay capta ese detalle de manera brillante, dice el actor, debido a su astuta sensibilidad política y su empatía por la condición humana. De acuerdo con Rockwell, “Adam es increíblemente inteligente, tiene opiniones firmes y también es muy compasivo. Por eso es que tiene una tremenda conexión emocional con este guion. Si combinas todo el rollo político con una mente cómica muy diestra, obtienes un punto de vista interesante y una gran perspectiva para esta historia. La clave para que el público se interese es la habilidad de Adam para inyectar humor en asuntos bastante serios, porque permite que la audiencia digiera y procese ciertos temas que pueden ser complicados y emotivos”.

En su investigación sobre el personaje, Rockwell desarrolló cierta empatía por el expresidente. “En el guion de Adam es claro que él estaba siendo manipulado y para su segundo periodo, creo que se dio cuenta de ese hecho. Parecía que empezaba a resistirse un poco. Creo que se convirtió en alguien muy diferente para el final de su segundo mandato”.

El resto del reparto estuvo repleto de elecciones ambiciosas y confiadas por parte de McKay y su directora de casting Francine Maisler, asegura Gardner. “Tener a Tyler Perry como el General Colin Powell fue una idea sorprendente, al igual que la de tener a la talentosísima Lisa Gay Hamilton como Condolezza Rice. Alison Pill y Lily Rabe como las hijas de los Cheney. Incluso Alfred Molina, quien sólo tiene una escena (un mesero surrealista) y que se mostró interesado en cuanto leyó el guion”.

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