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  • Foto del escritorDroideTV

Back to Black: la visión de Sam Taylor-Johnson sobre la vida de Amy Winehouse

El filme Back to Black se enfoca en las luchas personales y los demonios que enfrentó la estrella Amy Winehouse.


Back to Black

Esta semana se estrena Back to Black, la biopic sobre la vida de Amy Winehouse y los discos que la volvieron un icono. En este caso, Sam Taylor-Johnson toma la dirección al lado de Matt Greenhalgh, un dúo que ya habían trabajado juntos en Mi nombre es John Lennon. En especial Matt Greenhalgh, se ha dedicado a escribir guiones de biopics como Control y El rey del erotismo.


La película arranca con una joven Amy (Marisa Abela) componiendo las canciones que eventualmente formarán parte de Frank, a la vez que conocemos a su familia, como Cynthia (Lesley Manville) su abuela y gran inspiración, así como su padre Mitch (Eddie Marsan) quien tuvo una importante influencia en su vida. Veremos sus esfuerzos por firmar un contrato que respetara sus ideales, su relación tormentosa con Blake Fielder-Civil (Jack O'Connell) y el desarrollo del disco que la hizo saltar a la fama: Back to Black.


Uno de los puntos fuertes de la película son sus actuaciones. Abela muestra un rango amplio desde la adolescente dulce hasta la mujer con el corazón roto que estaba luchando contra sus demonios; si bien las partes musicales en ocasiones se pierde este encanto, fuera del escenario se siente como ver a Amy otra vez.


Además, existe una gran química entre los actores, tanto con Manville como O’Connell, si bien no necesariamente es una copia de Blake, sabe representar perfectamente el papel de donjuán temperamental y junto a Abela nos entrega algunas de las escenas más emotivas, tanto en el lado romántico como en el dramático, todo con tomas y secuencias interesantes con un estilo muy dosmilero que en ocasiones recuerdan los videos musicales en los que ha trabajado Taylor-Johnson.


El gran problema de la película es el guión, especialmente en lo que respecta al orden de los acontecimientos y la selección de las canciones. Algunas situaciones de la vida de Amy se dan por cubiertas en un par de diálogos, mientras que otras se mencionan a la ligera, sin darle mayor profundidad. Quizás lo más notorio nos las elipsis en la trama; esta Amy llega al estrellato de la noche a la mañana, del amor al abuso sin que se nos muestre esos momentos de inflexión que fueron vitales para ella.


El filme abre varias puertas, pero cierra muy pocas y a veces no se preocupa por conectar los puntos más allá de su principal interés: la historia entre Amy y Blake. Aqupi predomina más una visión que el interés del rigor histórico, pues incluso se omiten algunas personas que también fueron importantes en la vida de la artista.


Lamentablemente, en ocasiones esta visión pierde dirección en su dilema de mostrar las partes controversiales de la vida de Amy o guardar respeto, no solo por el icono, también por la mujer que cuando más sufría los medios se burlaban de su manera de buscar confort.


Amy fue muchas cosas: una mujer solista que no se dejó modelar por la industria; una compositora que buscó la manera de integrar el jazz y darle su propio estilo; la artista británica que le abrió puertas a otras (y otros) que vendrían después; pero también una persona insegura que cargaba con mucho dolor y fue presiona a seguir trabajando al grado de que llegó a beber para que la dejaran en paz en lugar de subir al escenario. Hay mucho que puede decirse de ella y esta película se siente más como una conversación casual.


Eso sí, para algunos será fácil identificarse con Amy, sentir su dolor y ver en cámara lenta lo que era una clara señal del fin. Hay momentos en los que la cinta llega a valorar a Amy, cuando llega ahí es una verdadera delicia recordar su legado; pero también tiene algunas elecciones cuestionables. Así pues, es una buena alternativa para recordar a Amy o despertar el interés en ella, pero quedarán ganas de seguir buscando más, tratar de llegar a esas preguntas que nunca tendrán respuesta.


Andrea Rodriguez

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