Para Jill Culton, la escritora y directora de Un Amigo Abominable, el camino hacia DreamWorks Animation ha sido largo y sinuoso. Después de graduarse en el Instituto de las Artes de California (CalArts), empezó a trabajar como animadora y artista de storyboard en Pixar, donde colaboró en Toy Story, Toy Story 2 y A Bug’s Life antes de apoyar en la creación de la historia para Monster’s, Inc. Asimismo, dedicó varios años de su carrera en Sony Animation, donde dirigió su primera película animada: Open Season. Culton ya se había entrevistado con DreamWorks a lo largo de los años para discutir varios proyectos, pero no fue hasta que se sintió cautivada por una proyección anticipada de How to Train Your Dragon que todo tomó su lugar y decidió unirse al estudio.
Oriental DreamWorks, la compañía que posteriormente se convertiría en Pearl Studio y DreamWorks Animation le presentaron a Culton la idea para una “película de un Yeti,” y ella se llevó la semilla de esa idea a su casa, que está en un pequeño pueblo situado en los bosques del Condado de Marin, en Carolina del Norte. Allí, rodeada de majestuosas secuoyas, comenzó a imaginar una historia épica de una joven que se encuentra en una encrucijada inimaginable.
“Cuando tienes una pizarra en blanco como esa para jugar, tiendes a llenarla con lo que conoces y amas,” dice Culton. Resulta que sus inspiraciones más importantes, también fueron las más grandes. “La mayor parte de mi vida he tenido perros enormes, de más de 45 kilos. Son como mis hijos: en su mayoría han sido sabuesos, y son despreocupados, divertidos y babean. Pude ver cómo me conectaba a través de la relación que Yi tiene con el Yeti, y dibujé los bocetos iniciales de ellos dos juntos. Inicialmente quería que él fuera enorme, como mis perros. Asimismo, vertí en ello todo el amor que siento por la naturaleza—incluyendo mis experiencias en campamentos y viajes. A mi papá le encanta la vida al aire libre, y eso fue muy importante para nuestra familia mientras crecía.”
El descomunal contraste de tamaño entre el Yeti Everest y Yi se inspiró en un recuerdo muy específico de la infancia de Culton. “Cuando tenía cinco o seis años, mis vecinos tenían un gran danés enorme que pesaba por lo menos 100 kilos,” relata. “Siempre me asustaba y me intrigaba; pesaba más de el doble que yo. Un día, mi amiga Nancy y yo corríamos alrededor de la casa, y el perro empezó a perseguirnos. Salté de las escaleras para evitarlo, y me caí. Este perro gigante me inmovilizó en el suelo y respiraba en mi cara, mirándome; estaba aterrorizada, pero asombrada al mismo tiempo. Desde entonces, solo he tenido perros grandes. Sencillamente simbolizan una presencia enorme y fascinante en mi mundo.”
A Culton siempre le ha apasionado la emoción que la música aporta a una película, un cariño que ha llevado al medio del arte del dibujo a mano. Culton sabía que la música jugaría un papel clave en la película Un Amigo Abominable. Yi toca el violín y a menudo usa la música para expresar sentimientos que no puede decir con palabras, y Everest posee una magia basada en la naturaleza con trasfondos musicales. “Quería que Yi y Everest viajaran por el mundo, a todos estos hermosos lugares lejos de la gran ciudad; esta narrativa conectó conmigo,” señala Culton. “Yo toco la guitarra y el piano, y amo la música.”
Pero, ¿el violín? Esa era una fiera completamente nueva para ella. Se ríe: “En todos los bocetos iniciales que hice de Yi—donde ella está sosteniendo el violín absolutamente mal—fueron algunos de los primeros que dibujé. La haría hacer de todo, desde montarse en la espalda de Everest, hasta pararse en una azotea. Seguí dibujándola con un violín, con las luces brillantes y los edificios de cristal de la ciudad mientras tocaba...una imagen tan fuerte y romántica al mismo tiempo.”
“Empecé a preguntarme, ‘¿Qué relación podría tener su violín con el propio Everest?’ continúa Culton. “Quería un poco de magia, así que pensé en los cánticos y murmullos de los místicos. Sabía que Everest y Yi podían conectarse en ese nivel. Cuando era chica, mis películas favoritas de Disney eran aquellas en las que no había mucho diálogo. Estaba empeñada en que nuestro Yeti no hablara, sino en que se comunicara como lo hacen los perros—más intuitivamente con ella.”
Esa idea hizo eco en la productora Suzanne Buirgy. Lo que Yi y el público descubrirán más tarde es que el pelo del Yeti y el violín de Yi se conectan en un nivel mágico, casi místico. “Para un niño es esencial que cuando mire la película piense, ‘Puede que no tenga las cuerdas mágicas de Yeti, pero en algún lugar dentro de mí, tengo esa magia...puedo hacer que las cosas sucedan,’” expresa Buirgy. “Así es como Yi logra salvarlo: usando el poder de la creatividad.”
Culton también quería que la historia explorara temas de amor profundo y pérdida de una manera honesta y directa. Cuando comienza la historia, el padre de Yi ha muerto y Everest está perdido, separado de su familia e imposibilitado para encontrar el camino a casa. En su propia vida, los recuerdos más conmovedores de Culton también están acompañados por los más dolorosos, y sabía que para que el público se conectara con Yi, tenía que abordar ese dolor de frente y no rehuirlo. “En esta película el hilo conductor siempre ha sido a través del violín que era del papá de Yi, quien falleció,” comenta Culton. “Si bien en mi familia no ha sucedido un evento de pérdida personal de esa envergadura, cuando era una adolescente, mi papá se separó de la familia. Mis padres se divorciaron y eso fue devastador. Me veo reflejada en la pérdida de Yi en ese nivel…especialmente en cómo está desconectada de su familia. Cuando eres tan joven, estás pasando por un divorcio difícil y tus padres quieren que ‘hablemos sobre el tema...’ tú dices, ‘¡No! ¡No quiero hablar de eso!’ Nadie quiere. Esa realidad de una adolescente que está pasando por algo devastador y que está cambiando a la familia es muy real y personal para mí.”
Mientras escribía, Culton tejió la historia de una joven independiente de 16 años que ha perdido a su padre y se desconectó de su madre y su abuela, quienes intentan que Yi se abra y se una a la familia. La cineasta quería que Yi fuera aguerrida e independiente, una marimacha que no está lista para mostrar su verdadero dolor. “Ciertamente yo era como ella a su edad,” expresa Culton. “Ella cree que no necesita a nadie.”
Yi descubre a Everest en la azotea en una circunstancia crítica en su vida, cuando comienza a darse cuenta de que necesita reconectarse con los demás. Debido a que Everest está tan lejos de su casa en el Himalaya y necesita desesperadamente su ayuda, Yi aprende a abrir un poco su corazón y decide llevarlo de regreso a donde pertenece. “Yi se encuentra con Everest en la azotea de su edificio cuando él se despierta mientras ella está tocando el violín,” comenta Buirgy. “Durante mucho tiempo, Jill tuvo en su cabeza la imagen de Yi parada en la azotea, con las luces de la ciudad desplegadas ante ella.”
Cuando Culton empezó con la historia, la concibió como un viaje que Everest y Yi harían solos; pero a medida que el relato evolucionó con los años, se agregaron más personajes. En 2015 la cineasta detuvo su participación en Un Amigo Abominable por un tiempo para enfocarse en otros proyectos. Durante esa pausa, el productor ejecutivo y padrino de Un Amigo Abominable, Tim Johnson, y el antiguo compañero de armas de Culton, Todd Wilderman, quien se convirtió en el codirector de la película, contribuyeron con arcos narrativos que respetaban su visión.
“Cuando regresé al proyecto [en 2017], empecé a pensar en él no solo como Yi y Everest en una aventura como la de E.T., sino más bien como una historia en conjunto como la de Stand by Me, con un grupo de jóvenes que deben mantener las relaciones entre ellos, así como lidiar con las dificultades que enfrentan a medida que avanzan en este viaje. Aún así, Everest es la esencia que cambia sus vidas.”
La comprensión de Yi de que ella es la persona principal que puede ayudar a este Yeti es gradual, pero su instinto de protegerlo es inmediato. Mientras Yi lleva a Everest de regreso, él la ayuda a entender cómo regresar a su propia casa. Esta verdad emocional de la historia es primordial para los cineastas. “Solía pensar en la historia como un gran rompecabezas,” dice Culton. “Ahora pienso en ella como un castillo de naipes, donde si sacas los pilares clave, podría desmoronarse. Cuando me siento a trazar un guión considero las cartas físicas, que es el viaje en sí mismo, y a las que les puse obstáculos físicos. Si las cartas son muy fáciles, el público se aburrirá. Es absolutamente necesario que haya giros y vueltas.”
Hace una pausa. “Pero cuando tienes cartas emocionales para jugar, aquellas que te dicen por qué el personaje es de esa manera...las que se configuraron desde el principio. Yi es una adolescente testaruda, distante de su familia; las cartas emocionales exponen el ‘por qué’ ella es así. Tienes que analizarlo, o perderás el camino. La trama es el impulso, pero también lo es el viaje emocional. Si entregas todo demasiado rápido, no tendrás a dónde ir. Hemos ofrecido fragmentos y piezas de la historia de fondo de Yi a lo largo del camino. Si escuchas que una persona que no conoces está pasando por algo difícil, te sientes mal por ella. Pero si es alguien a quien conoces bien, empatizas con él y lo motivas. Por eso es importante guardar algunas revelaciones emocionales para más adelante en la película, después de conocer a los personajes. Esos grandes descubrimientos nos permiten preocuparnos y sentir empatía por ellos.”
Para Culton también era fundamental que el público no viera el hogar de Everest en el Monte Everest hasta que él, Yi y los muchachos llegaran al lugar. Vemos por primera vez al Monte Everest al mismo tiempo que Yi. “Tienes que ganarte el asombro al final de la película,” señala Culton. “Quieres emprender este viaje con ellos al Himalaya. Cuando finalmente estamos allí, la toma se abre y vemos toda su belleza: queríamos que el público dijera con un grito ahogado, ‘¡He estado esperando esto!’ al mismo tiempo que los protagonistas de la historia muestran su fascinación.”
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