El sacerdote Peter Williams es considerado un santo, sin embargo, debido a un exorcismo fallido, guarda un oscuro secreto que lo carcomerá hasta que tenga la oportunidad de enfrentarse a su propio demonio por última vez.
Con la cinta se buscó crear una imagen muy ambiciosa, llena de imágenes impresionantes y narrativa de primer nivel; sin embargo, solo teníamos poco presupuesto para hacer realidad este proyecto. Por ello, el equipo decidió filmar en la Ciudad de México. Allí, pudieron grabar durante aproximadamente siete semanas con un equipo de más de 80 personas todos los días. Si esta misma producción se hubiera realizado en Estados Unidos, sólo habrían podido tener dos semanas de producción con un equipo mínimo.
El resultado de esta decisión estratégica es un largometraje de terror hecho con $1.3 millones de dólares, pero con un valor de producción de cintas hechas con presupuestos de $5 a $7 millones de dólares en EUA. Al grabar en distintas locaciones dentro de la Ciudad de México, aunado al extraordinario diseño de producción, se logró construir el pueblo ficticio llamado “Nombre de Dios”.
Tuvieron la oportunidad de rodar en el Desierto de Los Leones, un monasterio ubicado en las afueras de la Ciudad de México que data del año 1606. Filmaron allí principalmente durante la noche, y a pesar de que era verano, la ubicación de la locación llevó a tener temperaturas por debajo de los cero grados centígrados. Fue difícil filmar tantas horas en un clima tan inclemente, pero con la ayuda del increíble equipo de producción, se pudo obtener todo el metraje necesario para completar la cinta con éxito.
El director Alejandro Hidalgo se obsesionó con la cinta. Continuamente realizó distintos ejercicios de actuación y ensayos para la construcción de personajes fuera tal y como la imaginó. Alejandro realizó todas las tomas necesarias para obtener las escenas y las interpretaciones perfectas para la cinta. Se conectó emocionalmente con el talento para obtener las reacciones y emociones más genuinas. Además de ser una película emocionante y aterradora, quería hacer de EL EXORCISMO DE DIOS una historia que se conectara en todo sentido con la audiencia a través de una historia impactante, pero cargada de significado y valor.
La producción tuvo que ser inteligente con los recursos que se tenían. Por ello, un hogar geriátrico abandonado en el centro de la ciudad se utilizó al máximo y se renombró como "Estudios Popotla". En este lugar pudieron crear una amplia variedad de escenarios: principalmente la prisión, pero también la casa de Magali, el hospital, el orfanato y otros escenarios dentro del pequeño espacio disponible. El equipo de diseño de producción y escenografía hizo un trabajo fantástico transformando estas locaciones en lo que aparece en la cinta, trabajo que pareciera fue realizado como un traje a la medida de la visión del director.
Debido al cronograma extremadamente complejo y a la disponibilidad del talento internacional, la fotografía se tuvo que iniciar en Estados Unidos, donde se grabaron las últimas escenas. Estas eran las más demandantes y complicadas en temas logísticos, además de que tenían que realizarse también por la noche.
Después de las dos primeras semanas, todo el equipo estaba exhausto dado lo demandante del proyecto; sin embargo, el director usó su liderazgo para inspirar a todos y continuar grabando con la misma fuerza e ímpetu con el que iniciaron.
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