La escritora Laura G. Miranda da visibilidad al Síndrome de Sjögren, una enfermedad autoinmune en medio de la trama de su nueva novela.
Laura G. Miranda ha logrado un estilo propio dentro de la novela romántica contemporánea. Vive con su esposo, sus dos hijos y sus mascotas (dos gatas y un perro a los que adora) cerca del mar, lugar que considera su refugio. Es abogada y docente. Ha ganado premios nacionales e internacionales como poeta y narradora.
Su más reciente novela es “Ecos del fuego” que narra la vida de una mujer diferente, signada por lo inesperado, que resiste su destino sin resignarse. Descubrir las señales puede significar cambiar su vida para siempre. A veces, los sentimientos desordenados son la clave.
En entrevista platicamos con la autora sobre la historia y su interés en dar visibilidad al Síndrome de Sjögren, una enfermedad autoinmune.
¿Cómo surgió la idea para “Ecos de fuego”?
Fue un trabajo de mucho tiempo, tuve que investigar a profundidad varias cuestiones. La principal es la más compleja, la enfermedad autoinmune que tiene la protagonista, el Síndrome de Sjögren que es poco conocida. Tiene múltiples síntomas que se asocian con otros enfermedades y que tiene una particularidad que no se da en todos los pacientes y a mí me llamó mucho la atención, que es la de no generar lágrimas. La enfermedad es mucho más que eso, pero fue algo muy simbólico para mí que alguien no pudiera exteriorizar sus emociones igual que cualquiera de nosotros. Fue un trabajo lindo de investigación pero también de un encuentro conmigo misma y con muchas cosas.
¿Cómo fue construir un personaje protagónico como Elina Fablet?
Crearla a ella fue todo un desafío, porque como digo siempre, tengo la ventaja de que cuento con el apoyo de la editorial. Este sello además me permite acercarnos a personajes reales, verosímiles, pero que rompen todos los estereotipos, que vienen con nuevos paradigmas. Construirla desde ese lugar y esa enfermedad fue difícil, porque considero los libros como comunicadores.
No es sólo contar y visibilizar esta enfermedad para sumarme a una causa, sino también construir una ficción donde pudiera contar el glamur y todo lo lindo que la vida tiene, porque el mensaje es justamente esperanzador. No importa lo que pasa, la vida igual merece ser vivida, lo importante es lo que yo hago con lo que me pasa. Pude tocar cuestiones alternativas, que no desplazan lo principal. Hay cuestiones en la vida personal de la protagonista, cosas sin resolver. Entonces entré por ese lugar, tratando de concebir que si la enfermedad autoinmune es algo que ataca nuestro cuerpo, también tendría que poder, nuestro cuerpo y mente encontrar algún mecanismo para sanar. Construir una ficción que me diera la fortaleza para encontrar en ese pasado una causa a su enfermedad y narrar algo entretenido a la vez no fue sencillo, pero creo que fue lo mejor que escribí hasta ahora.
¿Qué te dejó de manera personal tras investigar sobre la enfermedad?
Yo creo que esta investigación y este libro me han hecho mejor persona. Me enseñaron dos cosas fundamentales, una que el saber incluye, porque yo sabía de esta enfermedad y que ellos se sienten excluidos. Por ejemplo si voy a comer una pizza con un amigo, eso es un programa que implica convivir un rato, la comida es un motivo de encuentro. Pero ellos no pueden comer cualquier cosa y comer una pizza es una tragedia porque también tienen un problema con el tema de generar saliva. Entonces deben comer bocados muy pequeños y tomar líquido de pequeños sorbos. Los mismos pacientes con los que tuve contacto y escuché sus testimonios me decían que hay comida para muchos tipos de personas con diferentes enfermedades, pero nosotros estamos afuera y nadie sabe que esto existe. Lo primero que me dejó es que incluir a veces no se trata de una letra o de un cambio en el lenguaje sino de informarnos, porque al otro le duele cuando uno no sabe y lo digo porque yo me enteré de esta enfermedad porque estaba desayunando con unas lectoras.
Estaba en mi ciudad y una de ellas me dijo que estaba emocionada por el libro porque estábamos platicando y me dijo que “quisiera llorar”. Estábamos en una mesita frente a la playa y yo desde una ignorancia absoluta, que hasta me dolió, le dije que si quería llorar lo hiciera porque es bueno llorar de emoción. Me dijo que no podía. Y entonces ahí me contó de esa situación y me dijo que lo peor de todo es que nadie sabe que eso existe. Yo ahí lo vi, la historia me encontró a mí y le dije: si vos quieres podemos hacer algo con esto, yo puedo hacer mi humilde aporte, que es un personaje que lo tenga. Me dijo que quería llorar más de emoción y ese fue nuestro pacto, yo le dije que el único límite que podría tener es si la editorial me decía que no, si yo iba con la idea. Pero lejos de me dijeron que sí, así que lo que nació como un pacto hace un año hoy es realidad en este libro.
¿Cómo ha sido la retroalimentación con los lectores?
Ha sido espectacular, no sólo porque mis lectoras, que son incondicionales, ahora conocen la enfermedad a través de la ficción. Está un poco cumplido el propósito que era que más gente conociera, que no le fuera ajeno y lo descubre a través de la ficción, de una historia de romance, entretenida. Y del lugar propio de los pacientes te puedo decir que lloró con cada devolución, aunque parezca una paradoja, ellos están tan agradecidos y me dicen que el libro va a marcar en la historia de esta enfermedad un antes y un después. Porque lo único publicó que habían tenido, y salvando las distancias, es un capítulo de Dr House en donde brevemente se hace una mención sobre esta enfermedad. Una novela que tiene una linda tirada, que llega toda Latinoamérica, es como un paso interesante para ellos. Uno siente que hay tanto por hacer, yo agradezco la oportunidad de haber podido ver esa señal.
Además la historia tienen muchos personajes memorables.
Hay una tríada en este libro que me gusta, aparecen cinco personas mayores que son el tío Frank, la tía y el padre de uno de los protagonistas masculinos y desde el lugar de Elina, su abuela y su mejor amiga. Yo quise también rendir homenaje a los mayores de mi vida. Yo he tenido mucho contacto con la ancianidad y yo sentía que eso de que cuidemos a los mayores es bueno, pero además hay que darles vida además de cuidarlos. El tío Franky es un personaje que yo amé, es muy divertido, es un hombre grande, travieso, atrevido, cómplice, muy enamorado de su mujer a sus años y ya con una enfermedad tremenda como es el Alzheimer. Este libro es un canto a la vida y habla de vivir más y mejor, de disfrutar, tiene partes muy graciosos o por lo menos yo me divertía mucho escribiendo. Yo diría que el tío Franky ha sido uno de esos personajes que se quedó en mí y para los lectores también ha sido muy divertido. Él me hace pensar mucho cómo es mi papá, también me imagino que si hubiera estado en la situación de este personaje, hubiera hecho la misma cosa, así que eso lo disfruté mucho también.
Y los personajes masculinos también, que rompen todo estereotipo, uno que tiene a la gente mayor a cargo y otro eligiendo la paternidad. Me parecía que era un momento en donde hay tanto contra el machismo, en favor de terminar con la violencia de género y demás, que en algún momento a veces siento que todos los hombres están mirados bajo la lupa. Y yo creo que hay hombres que reivindicar yo. Sigo creyendo en el hombre que conecta con sus emociones, que te abre una puerta, te da una flor y estoy muy lejos de creer que eso me minimiza. Estos personajes que yo creo, en los que la protagonista después tendrá que tomar una decisión, son hombres de esos que quiero reinvindicar. El otro que se hace cargo del hijo, que sale con una mujer que es empresaria y viaja mucho y que frente a ese embarazo no sabe qué hacer, porque no quiere resignar sus hábitos y él decide hacerse cargo. No es que lo haga porque es viudo o la mujer lo dejó, que es lo que siempre vemos. Como que el hombre es padre cuando le va mal y no queda de otra. Y hay hombres que no, que son padres porque realmente quieren serlo y lo hacen muy bien.
¿Es complicado despegarse de los personajes?
No es para nada sencillo, yo me tomó más o menos 3 meses que no escribo nada, me quedó como pensando en el tema siguiente. tengo que dejarlos ir porque la verdad es que mi propósito Es que ningún personaje nuevo se parezca al anterior, la idea no es cambiar escenografías o locaciones y escribir la misma historia, sino que no tenga nada que ver. Desde ese lugar tengo que hacer un duelo y me cuesta porque convivo con ellos muchos meses. Además yo no escribo cuando escribo nada más, sino que estoy todo el tiempo construyendo en mi cabeza con el mundo de afuera, está conectado con las historias. La realidad es que si hay un duelo en mi casa por lo menos unos tres meses no escribo nada y justo ahora ya trabajo en lo siguiente.
La autora agradeció a los lectores y la oportunidad de que sus historias traspasen fronteras y llenen de alegría a la gente.
HOLA MUY BUENO ES UNA REALIDAD UN ABRAZO