El también periodista presentó su nueva obra en el marco de FIL Guadalajara
En "El Chacal", la nueva novela de Diego Peteresen Farah, un joven periodista poblano llega a la Ciudad de México para encontrar su oportunidad. Tras cubrir el fraude electoral de 1988 y ser testigo de los tejemanejes entre los medios y el gobierno, descubre que debe dejar los escrúpulos a un lado si quiere progresar en la escena del periodismo nacional. Su insaciable ambición lo lleva años después a La Televisora, el medio de comunicación más importante del país. El ascenso es meteórico: en pocos años, de reportero a anfitrión del noticiero matutino más popular de la televisión. A medida que crece su influencia dentro de la empresa y entre el televidente—a quien ha enamorado con su imagen de reportero audaz y desenmascarador de corruptos—, y mientras también lidia con los excesos, se enfrentará a la gente más poderosa de la política y los medios. Pero la disputa por ser el titular del noticiero estelar de la noche lo enemistará con quien fue su maestro y protector.
¿Puedes adentrarnos a tu nueva novela?
El chacal es el apodo que tiene el personaje de esta novela, quién nunca dice su nombre, está narrada en primera persona. Es un periodista de esos que cruzan el pantano y chapotean, no es de los que no se manchan, sino los que les gusta el lodo y lo que hace es que vamos a ver este personaje narrando su ascenso y caída en el mundo del gran poder de los medios de comunicación. Vamos a ver cómo va pasando a través de los sexenios y los únicos nombres reales que aparecen en la novela son los Presidentes de la República como una manera de ir situándonos cronológicamente, lo demás es una manera de ficcionar lo que sí pasó en este país, para divertirnos por un lado pero también entender cómo es este extraño mundo de los medios y el poder.
¿Qué disfrutas de trabajar con elementos de la realidad y darles ese toque de ficción en la novela?
La narración fue muy divertida, porque yo digo que en realidad está escrito a manera de diatriba, creo que es el género al que más se le parece, es alguien que está sacando desde lo más profundo de sus entrañas esta frustración que vive por su relación con el poder. Para mí fue muy divertido meter al personaje en diferentes situaciones a las que de repente es testigo, de cosas que no deberían tocarle, pero la situación en la que está lo pone en una mesa en dónde por ejemplo están extorsionando a un gobernador desde una televisora o lo pone en la escena en la que el mismo día que entraba México al primer mundo, que lo decían en 1994 cuando entraba en vigor el tratado de libre comercio, se estaba enterando de que había un levantamiento zapatista. A través de este personaje podemos entrar, de manera ficcionada por supuesto, a lo que fueron los grandes momentos de crisis de este país y cómo el poder y los medios tienen siempre esa convivencia que les permite sobrevivir en un medio absolutamente corrupto.
Más allá de lo que un escritor deja plasmado de si mismo en sus novelas, siendo periodista, ¿hubo un poco más desde ese rubro?
No es para nada un personaje autobiográfico, pero de mi puede tener de repente cierto dejó de ironía, o que se meta en ciertas situaciones. En realidad es un personaje con el cuál trato de fundir los medios de comunicación, una televisora que no es una sino todas, o el jefe de este personaje que no es si no todos los jefes. Son arquetipos puestos a dialogar en situaciones que a la mejor los que ya tenemos cierta edad vamos a reconocer ciertas situaciones y los jóvenes van a conocer ciertas cosas de cómo se construyó este país en la relación entre los medios y el poder.
¿Qué disfrutas de escribir una novela?
La parte más divertida de la escritura de la novela, a diferencia describir periodismo, ensayo, es la creación de personajes. Me parece que es lo que más disfruto, crear un personaje completamente desde la ficción, dándole características, dándole contradicciones, realmente moldeando la psicología de una persona. Eso me permite digamos generar una parte muy creativa, muy divertida, también es cierto que luego los personajes exigen su propia lógica a medida que uno lo va creando y queda uno como escritor atrapado en el personaje. Creo y con toda proporción guardada que es cómo hacer un golem que te acaba devorando, porque finalmente el personaje necesita su espacio tiene su espacio y genera sus propias contradicciones, sus propias lógicas y termina siempre tomando sus propias decisiones.
¿Esa relación entre los medios de comunicación y la política nunca cambiará?
Uno siempre desearía que eso cambiará y eso es un poco lo que está en la novela, que a pesar de las alternancias y los cambios democráticos esa relación perversa entre los medios y el poder sólo se acomoda, no cambia. Porque es una relación de naturaleza perversa y es un poco de lo que trata, porque en medio hay dinero, hay mucho dinero de por medio y mientras eso suceda o siga sucediendo, porque no ha cambiado hay que decirlo ahí. En las dos grandes transiciones que hemos tenido, las del 2000 y 2018, todo cambió para seguir igual. Eso digamos es lo que quiere plantear la novela, que el problema no es de buenos y malos sino de una relación de naturaleza perversa.
¿Te gustaría agregar algo más?
Espero que la disfruten, no es una novela para periodistas, es una novela para todos, es una lectura muy dinámica, con la cual espero encuentren mucha satisfacción al leerla.
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