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Entrevista: El juego del protagonista sin nombre, la nueva novela de Antonio Malpica

El juego del protagonista sin nombre es una historia de humor negro, suspenso y terror, con algunos tintes de humor muy al estilo de Antonio Malpica.

El juego del protagonista sin nombre

En El juego del protagonista sin nombre la nueva novela de Antonio Malpica por Editorial Océano, Cristóbal Vélez es un oficinista treintón maniático del orden y la limpieza. Es invitado para reunirse con sus excompañeros de la preparatoria San Bernabé, tras quince años de haber egresado. La intención es revivir viejos tiempos y convivir en un viaje gratis a un lugar paradisiaco en Baja California Sur. Durante su estancia, Vélez termina la fiesta en un yate en compañía de Yuli Aceves, Pamela García, William Fuentes, Rosi Castrejón y Eduardo Cárdenas, antiguos compañeros del salón de teatro. Todos ellos son sorprendidos por una banda de piratas que asesinan frente a todos a uno de ellos y secuestran al resto.


Vélez es elegido como el protagonista de un juego siniestro en el que deberá descifrar las pistas que se le vayan dando y dependerá de él que sus amigos sean liberados con vida. El juego comienza cuando llega a sus manos una tarjeta con una dirección de la Ciudad de México. Con temor, acude al lugar y establece contacto con el profesor Pereira, antiguo maestro de la preparatoria, un hombre malhumorado, desempleado y todavía dolido por su divorcio. Es un hombre mayor con nulos hábitos de limpieza, sin un trabajo formal, pero dispuesto a ayudar a Vélez para salvar a sus compañeros. Pereira y Vélez se adentran en el juego haciendo una dupla detectivesca al estilo Sherlock Holmes y el doctor Watson. Juntos van descubriendo que cada acertijo tiene que ver con una obra de Edgar Allan Poe. Platicamos con Antonio Malpica acerca de esta nueva obra.


¿Cómo surgió esta nueva novela?

Últimamente me ha dado por revisitar obras de autores que admiro y aprecio, sobre todo autores clásicos. Con ese propósito he visitado la obra de Charles Dickens por ejemplo, de Mark Twain, hice un retelling de Frankenstein. Entonces no quería dejar fuera de este proyecto a Edgar Allan Poe que es un autor que también aprecio y admiro mucho y cuya literatura me ha acompañado mucho a lo largo de los años. Tomé como pretexto sobretodo los cuentos de Edgar Allan Poe y un poco la única novela que tiene La narración de Arthur Gordon Pym. Prácticamente su narrativa porque la poesía no aparece mucho aquí, pero sí quise tomarla como pretexto.


Entonces se me ocurrió hacer una trama en torno a los cuentos, principalmente aquellos en los que interviene el primer detective de la historia, podríamos decir que es Auguste Dupin, el detective de Edgar Allan Poe que vino antes incluso que Sherlock. Ya con esa base se me ocurrió esta idea en donde hay un asesino enmascarado, que en realidad es anónimo, que mete en un juego siniestro a dos personajes muy dispares: un muchacho que ya pasa de la treintena, él se junta por así decirlo con un antiguo profesor que le dio clases en la prepa y entre los dos tienen que desentrañar el misterio.


¿Qué retos representó la obra?

Yo creo que principalmente cuando uno se aproxima a la obra de otro autor, más si es consagrado y más si tiene tantos adeptos, el reto es tratar de hacerlo con todo respeto, con el cariño que siempre les rindes a estos autores que por supuesto no conociste sino a través de sus letras y que te han adentrado a la literatura o te permiten de alguna manera imitarlos, no solo al tomar la pluma sino también un poco en estos géneros que se atrevieron a abordar.


En el caso de Allan Poe el misterio, el terror, que se atrevió a abordar y que son géneros que siempre son sabrosos para la creación literaria y creo que el principal desafío es hacerlo de esta manera respetuosa. Yo leí la mayoría de los cuentos de Edgar Allan Poe que ya tenía digamos en la memoria, pero también leí muchos otros que ni sabía que existían, algunos ensayos. Porque muchos lo que de pronto catalogan como cuentos en realidad son como ensayos. Armar la trama en función a los cuentos, tomar los más significativos, los que me parecía que pudieran funcionar mejor y creo que no quedó mal. Porque los personajes se mueven a lo largo del argumento y todo ocurre en aproximadamente un par de semanas y creo que se logró ese ritmo vertiginoso que deben tener las novelas de intriga, de aventuras, que de alguna manera creo que también es parte del homenaje a Edgar Allan Poe, el hacer una novela con ese corte basada en su obra. Ese fue el principal desafío, el que sigue es llegar al gusto del lector, ojalá que sí se consiga.



¿Cómo fue diseñar las reglas del juego y decidir qué tiempo tendrían los personajes para resolver este misterio?

A mí me gusta mucho planear mis historias, es muy raro que me aviente a contar sin antes haber establecido los tiempos exactos. El ritmo es preciso en mis novelas y todas las acciones que ocurren a lo largo de la trama necesito saberlas con anticipación para no perderme; entonces sí fue un proceso arduo en donde yo naturalmente tenía que tener ya todas las piezas del juego en la mano y lo demás fue digamos deleitarme con la narrativa. Lo digo así porque este tipo de novelas me parecen muy gozosas, cuando ya tengo todo el plano arquitectónico, por así decirlo, ya construir el edificio me parece lo mejor que puedes hacer como escritor, porque ya es como contar una película que ya está en tu cabeza y nada más es darle la narración adecuada, pintar a los personajes bien, detallar las acciones etcétera.


Yo creo que este libro me debió llevar alrededor de unos 6 u 8 meses, 9 tal vez, probablemente en donde más me detuve fue en esta revisión de los cuentos, pero ya teniendo la planificación y el armado ya me puse nada más a contar la historia y al final quedó este libro de 400 y tantas páginas que la verdad disfruté mucho escribir.


¿Qué es lo que más disfrutas del género de misterio, de detectives?

El que se encuentra uno con muchas puertas cerradas y muchas conjeturas y muchas verdades a medias y es muy sabroso ir viendo la luz poco a poco. Yo recuerdo cuando leí a Sherlock Holmes en la juventud lo que más me gustaba era el que pareciera que para él todo estaba perfectamente claro y uno como lector no tenía la menor idea de por dónde iba la resolución del misterio.


En algún momento del cuento o de la narración ya decía: ya sé quién es el asesino, ya sé cuál es el problema etcétera, y no, como lector no tenía la menor idea y eso era casi como contemplar un acto de magia y eso me sigue fascinando. Claro que no lo mismo leer que escribir, cuando escribes ya te toca hacer un poco como prestidigitador, pero es parte del juego y también es muy bonito.

Andrea Rodriguez

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