Entrevista: Francisca Solar pone foco al el incendio de la Iglesia de la Compañía de Jesús en El buzón de las impuras
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En El buzón de las Impuras, Francisca Solar desnuda por primera vez un hecho histórico que había quedado casi en el olvido y conversó al respecto en el marco de FIL Guadalajara

En el marco de FIL Guadalajara platicamos con Francisca Solar sobre El buzón de las Impuras, historia ubicada en 1863, en el momento más crítico de la guerra civil estadounidense, los miembros de la misión diplomática del presidente Lincoln en Santiago de Chile se transformaron en los inesperados héroes de una de las tragedias más sobrecogedoras del siglo XIX: la muerte de más de dos mil mujeres atrapadas en el incendio de la Iglesia de la Compañía de Jesús. Esta catástrofe llegó a la portada del New York Times y desató la preocupación de autoridades internacionales, pero como el fuero eclesiástico protegía a los sacerdotes de cualquier investigación civil, el caso se cerró como un simple accidente. Las víctimas jamás obtuvieron justicia.

Adicional a ello, la autora también conversó sobre Los últimos días de Clayton and Co: la desaparecida localidad de Atlas, a pocos kilómetros del puerto más importante del Pacífico, acogió hasta 1892 a una población flotante de casi tres mil inmigrantes de doce nacionalidades, sirviendo de residencia temporal y epicentro de trámites aduaneros. Como una pequeña república, poseía su propia divisa y banco universal, una capilla ecuménica, diversas oficinas consulares, su propia estación de tren y, en los días de auge de la fotografía post mortem, su propia médium: la joven Abigail Clayton, quien, a través de su cámara de fuelle y la técnica del ambrotipo, recibía mensajes de los cadáveres que retrataba. Aristócratas y diplomáticos de todo el mundo viajaron a conocerla, fue amada y temida, hasta que una acusación de demencia y un juicio por homicidio terminaron con su corta carrera. Dicen que estuvo encerrada en un manicomio casi veinte años antes de que la tuberculosis la matara. Eso dicen. A veces, la verdadera historia solo la conoce la misma Muerte. O se revela en sus fotos.

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